Estimado amigo:
“Señor, ¿Qué quieres que yo haga?” es la pregunta delante de Ud. In este Nuevo artículo titulado Indiferencia o Ignorancia: La Práctica de la Idolatría dentro de la Iglesia. ¿Somos un pueblo temeroso de Dios que desea Sus caminos y obedecer Sus mandamientos? Al asumir nuestra posición, también oramos esperando ver el poder de Dios trayendo convicción en Su pueblo. Es Él, el Hijo de Dios, quien nos ha hecho libres, “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”
Le rogamos que responda en oración, que re-envíe el artículo a otros y, si de ser posible, que lo publique en su página de la Web.
En la gracia y amor del Señor:
Richard Bennett
Randall Paquette
Halagos a la “Pasión del Cristo” de Gibson ha resonado del púlpito a la banca. Es evidente que hay muchos cristianos que, sin reserva alguna, están preparados para aceptar las películas acerca de “Cristo”, inclusive una dentro de la tradición católica. La pregunta, entonces, que debemos formular es ésta: A la luz de la Escritura, ¿es defendible su posición o caen dentro de la condenación del Dios omnipotente?
No hay avivamiento sin el verdadero Evangelio y una ira piadosa en contra de las Imágenes.
Los evangélicos se han encontrado afrontando una crisis tras otra. Después de décadas de esfuerzo y crecimiento agregado, el decaimiento moral y la aparente desaparición del matrimonio, como la mala hierba, florecen en su misma cara. El modus vivendi asumido en el documento “Evangélicos y Católicos Unidos” (ECU) todavía confunde y engaña. Su endoses eclesiásticos han desviado aún más a muchas iglesias evangélicas a creer que no hay una diferencia esencial entre el catolicismo y el cristianismo bíblico. La película dramática de “La Pasión” perpetua esa mentira. En el campamento evangélico, la complacencia carnal de las iglesias “sensibles a los deseos de los buscadores”[1] aletarga sin ser cuestionada. Los no regenerados llenan las bancas, y el silencio los púlpitos. No hay convicción de pecado porque no hay votos de fidelidad hacia el evangelio . Dentro de las iglesias reformadas hay división, contención y lucha causada por “La Controversia de la Avenida Auburn” y “La Nueva Perspectiva de la Justificación.” El avivamiento ha sido predicado, buscado, y suplicado en oración pero todavía permanece ausente. “Concebimos, tuvimos dolores de parto, dimos a luz viento; ninguna liberación hicimos en la tierra, ni cayeron los moradores del mundo.”[2] ¡En la tierra de “otro” evangelio no puede brotar un avivamiento! ¡En el templo de las imagines y cuadros no puede haber una renovación! De Moisés hasta Oseas, los que buscaron avivar el espíritu de la nación y quisieron volver sus corazón a la verdadera adoración a Dios, condenaron las imágenes. Y lo que está condenado en el Antiguo Testamento no está justificado en el Nuevo Testamento.[3] Los grandes avivamientos en la historia cristiana han florecido bajo el verdadero evangelio y la denunciación de la idolatría. Lo fue con los Vuadois, los Valdenses, los Lolardos, los Bohemianos, y los Reformistas. En el oscurantismo, luminarias como Girolamo Savonarola, John Wycliffe, y John Huss atacaron la corrupción de la idolatría y predicaron el evangelio.
El Gran Despertamiento en los predicadores de EE.UU. inspiraron a George Whitefield, Jonathan Edwards, y William Law, a buscar glorificar a Dios en el evangelio uniendo la verdadera adoración con la censura de las imágenes. “Si Jesse Lee no hubiera venido a Massachusetts, alguien más impresionado de espíritu, como Pablo en Atenas ‘cuando vio a la ciudad entregada totalmente a la idolatría’, hubiera encontrado discurso y hubiera tenido seguidores.”[4] Después de la publicación de Jonathan Edwards del diario de David Brainerd: “El avivamiento tuvo el mayor impacto cuando Brainerd enfatizó la compasión del Salvador, las provisiones del evangelio, y la oferta gratuita de la gracia divina. La idolatría fue abandonada, los matrimonios reparados, y la borrachera prácticamente desapareció. . . Sus comunidades estuvieron llenas de amor.”[5] El testigo de este testimonio no debe permanecer sin ser atendido se hemos de recibir la bendición que anhelamos de lo alto, pues “¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?”[6]
La Persona Divina de Cristo es revelada solamente en UN cuerpo humano.
Los cristianos razonan consigo mismos de que ya que Dios se hizo hombre en la persona de Cristo, un cuadro de Jesús no es más que una imagen. Su racionalización es que la Encarnación justificación, si no es que autorización, para nosotros describamos a Cristo en forma humana. Argumentan que ningún cuadro puede describir el alma humana, por lo que el cuerpo de Cristo puede ser representado en un cuadro legítimamente aparte de Su Divinidad. Los pobres cristianos engañados, no dispuestos a romper los lazos con los últimos vestigios del pensamiento carnal, tienen aversión a llevar “todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” Cristo permanece único entre la humanidad. Los intentos de representar esta singularidad en forma humana (un logro que solamente Dios pudo hacer en la Encarnación) la destruyen. El hombre no tiene más que una naturaleza, y por lo tanto, puede ser representado legítimamente sin ofensa alguna a lo que él es, pero no así con Cristo quien es además divino; y hacer de Él una “imagen de hombre corruptible” es transgredir la ley e insultar la Deidad. Los que vieron a Cristo en la tierra, tuvieron ante sus ojos a “Dios manifestado en carne”. ¿Qué animador, o fotógrafo podría afirmar eso de su esfuerzo? ¿Por qué lo hacemos nosotros entonces? ¿No es un intento de crear una semejanza a la del Cual no hay semejanza? Ésta, pues, es la esencia misma de la idolatría – la falsa representación de Dios. En el silencio de nuestras cámaras deberíamos orar reverentemente: “¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?”[7], y he aquí, la respuesta resuena desde las edades “Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí,”[8]
La persona de Cristo consiste en dos naturalezas indivisibles: La humana y la divina. Aquél que se manifestó en carne fue real y verdaderamente Dios.[9] No obstante, fue realmente carne humana. “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo. . .” [10] Las fotos o películas de Cristo son meramente retratos de un cuerpo humano. Es totalmente imposible mostrar la divinidad de Cristo; esto solo lo puede hacer su cuerpo en el cielo. “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. ” [11] Le plenitud de la Deidad habita en Cristo, pero no en sentido figurado, porque Él es Dios y hombre. La plenitud” nunca puede ser encontrada en tipos, figures y semejanzas de Él. Tales representaciones son absolutos engaños. Cuando se le asigna una forma corporal a Cristo Jesús, permanece como una vulgar mentira. Este hecho – que Cristo Jesús es tanto Dios como hombre – es un gran doctrina central de la fe cristiana. Lo que los evangélicos no parecen comprender es que al representar así a Cristo, están cometiendo perjurio delante del Dios todo Santo porque todas las representaciones de él solo logran mostrar la humanidad desprovista de la divinidad. “¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo? ¿la estatua de fundición que enseña mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra?” [12]
Cristo Jesús en Su persona y naturaleza humanas es la imagen expresa de Dios. El que lo ha visto a Él ha visto al Padre. [13] Si Jesús fuera solamente hombre, no obstante que es el mejor de los hombres, sería aceptable hacer una representación de Él. ¡Pero Cristo no lo es! Él es la imagen expresa de Dios: “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia.”[14] Esta imagen involucra su eterna esencia y como tales única y no puede ser repetida o reproducida. Los que aceptan las pinturas o películas de Cristo no comprenden que están reduciendo la encarnación de Cristo a solamente su humanidad. Estas representaciones ignoran el carácter inimitable de Cristo Jesús como sin igual de “la imagen misma” de Dios. Aunque es verdaderamente hombre, la humanidad de Cristo no puede ser separada de su divinidad. Tal práctica perpetua la herejía de Nestóreo quién enseñó que Jesús tenía dos “personas” distintas, una humana y una divina. [15]
La singularidad de Cristo Jesús aunada a su mandamiento de no practicar la idolatría está establecida en términos firmes en el Nuevo Testamento. “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.”[16] No hay duda de que aquél de quien se dice: “En el principio era el Verbo, y el verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”, y “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Quien declaró Él mismo: “Yo y el Padre, uno somos.” Y fue adorado como “¡Señor mío y Dios mío!” Él es el mismo Dios de Dios mismo.
¿Nos podríamos imaginar que Dios en su omnisciencia no podía haber anticipado cuadros o fotos, en lienzos o de cámaras? ¿Somos más sabios que Él? Dentro del corazón de todo hombre late un corazón que desea formas visibles para darle expresión a sus creencias religiosas. Debido a este deseo pecaminoso, el Señor Dios ha prohibido la idolatría, advirtiendo de su influencia corrompedora. Si los creyentes han sido engañados de esta manera, es nuestro deseo y oración que vean la verdad de la palabra de Dios y que comprendan que se han alimentado de las cenizas y dicho: “Porque los terafines han dado vanos oráculos, y los adivinos han visto mentira, han hablado sueños vanos, y vano es su consuelo;”[17]
Presentaciones que confunden la distinción entre Dios y su mundo creado.
Una representación o película de Cristo, debido a sus limitaciones inherentes, reside en el mundo de las cosas creadas. Cualesquiera que hayan sido las aspiraciones buscadas, no puede llegar más allá de lo que es. De aquí que se desvirtúe la distinción entre Dios y el hombre, confundiendo al Creador con su creación. El apóstol Pablo revela la causa de esta confusión: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.”[18] Esta desviación, nos dice el apóstol, continúa porque “Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible. . .”[19] El problema es éste: “¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?”[20] La respuesta escritural es inequívoca: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”[21]
Cualquier intento de representar a Cristo transforma el medio mismo en un mediador entre Dios y el hombre. Para el observador, restringido por las limitantes de su ámbito humano, se imagina que conoce al Señor, hasta cierta medida. Con está imagen inculcada de Cristo arraigada en sus pensamientos, se deja al observador divagando, pensando silenciosamente sus propios pensamientos, restringido por la impresión de lo que no es Cristo. De ahí que, la mente del observador continúa siendo conformada al mundo por la imagen creada y por su propia subjetividad. Aunque tales presentaciones visuales apelan fuertemente a los impulsos sensoriales, no representan explícitamente a nadie, la verdad objetiva respecto del Señor.
Nuestro conocimiento de Jesucristo debe ser conformado con las verdades de la Escritura y no por las impresiones subjetivas de una interpretación artística. En ésta última, el artista y el observador amalgaman a Dios con su creación en una entidad singular dentro del cuadro, y esta es la expresión visible de la idolatría. Esta imagen espuria yace en las bases de un concepto panteísta de Dios. No debe sorprender, entonces, que “Crecientes números paganos en aumento tengan preocupadas a las iglesias y llamando a un control más estricto de los programas de TV y las películas que celebran la magia como “Harry Porter”, Buffy el Vampiro Asesino” y “Sabrina, la Bruja Adolescente”.[22] ¡El mandamiento dado en la Escritura es escoger la manera de Dios de tal modo de que se conozca y siga a Cristo y su Palabra! Cuando se le obedezca, basado en las páginas de la Escritura, en las palabras de la Ley, en la gracia del evangelio, le habremos conocido en espíritu y en verdad.
Nosotros no vemos a Jesucristo con el ojo físico. Ésta es todo el significado de la fe. La excelencia del objeto de la fe es el Jesús no visto. Mientras que los sentidos tienen que ver con las cosas que se ven, la razón se encuentra en un plano superior. La fe, sin embargo, asciende más arriba, y nos asegura la abundancia de particulares que el sentido la razón nunca podrían haber encontrado. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”[23] La fe se nutre sola: “Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré.”[24] En base al poder y a las promesas de El que no se ve. Podemos entender, entonces, la lógica y propósito consistentes de por qué el Señor prohíbe las imágenes.
Imágenes y películas que Violan la Ley de Dios y corrompen la Gracia de Dios
Las iglesias evangélicas demuestran ignorancia del significado del Segundo Mandamiento que prohíbe el uso de imágenes para representar a Dios.
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”.[25]
Este mandamiento prohíbe la creación y el uso de imágenes. Básicamente, lo que está haciendo es recordar que Dios es Espíritu, que no ha de ser concebido o confeccionado a la imagen del hombre, o ninguna otra criatura. En Deuteronomio 4:12-16 se encuentra un pasaje paralelo:
“Y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis. Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra. A mí también me mandó Jehová en aquel tiempo que os enseñase los estatutos y juicios, para que los pusieseis por obra en la tierra a la cual pasáis a tomar posesión de ella. Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra. . .”
Lo que se prohíbe es la semejanza del Señor mismo. Ninguna semejanza fue dada al pueblo y no se debía hacer ninguna. Y en el Nuevo Testamento, vemos que ninguna “semejanza” de Cristo Jesús fue dada y el mandamiento debe permanecer sin alterado. Cualquier semejanza o imagen del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo es pecaminosa e insultadora a la majestad del Señor Dios. ¿Y qué de los que buscan un bálsamo para sus conciencias al preferir imágenes o estatuillas, como si la falta de una dimensión transformara la imagen en algo aceptable a Dios? Piensan que han actuado más noblemente hacia el Señor porque la suya no es una “imagen de adoración”. Les consuela el hecho de no encontrarse en la ruta romana de la idolatría, ignorantes al hecho de que van en la ruta griega paralela.[26] Dios prohíbe hacerse imágenes de nada. Por lo tanto, es trasgresión a la ley de Dios hacerse una “representación” o “semblanza” de lo que está en el cielo o sobre la tierra, para delinear a Dios. Él llama a los que violan este mandamiento “los que me aborrecen”,[27] y a los que lo guardan “los que me aman”.[28] Hay un castigo prometido para los transgresores, mientras que bendiciones juradas para los que se adhieran a la ley. Desde la perspectiva de Dios, la idolatría es adulterio espiritual, al igual que la reacción de indignación del esposo traicionado, Él continúa diciendo: “Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. [29]
La Lección del Becerro de Oro
El pueblo de Israel languidecía en impaciencia e incredulidad a las faldas del Monte Sinaí, esperando a Moisés, quien aparentemente no regresaba. La impaciencia se convirtió en murmuración, y la murmuración en vociferación. Nunca habían visto a Dios con sus ojos; y ahora, Su ungido “. . . este Moisés . . no sabemos qué le haya acontecido”. Él también, aparentemente, se había desvanecido para nunca más volver. “Levántate,” mandaron a Aarón, “haznos dioses . . .” El gemir de sus corazones demandaba formas visibles para la expresión religiosa. Pero hay un precio que pagar; se debe renunciar a lo puro para dar lugar a lo común. Se debían desprender de su oro y llevárselo a Aarón quien lo tomó “y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses (Elohim), que te sacaron de la tierra de Egipto. Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová.” Los hijos de Israel vieron este ídolo y lo llamaron “Elohim. . . que te sacó de la tierra de Egipto.” Aarón ratificó esta designación, puesto que con la imagen en el centro, el día siguiente sería una fiesta para Jehová. Pero, ¿qué fue lo que vio Dios? La respuesta es dada en la Escritura “Hicieron becerro en Horeb, Se postraron ante una imagen de fundición. Así cambiaron su gloria Por la imagen de un buey que come hierba. Olvidaron al Dios de su salvación.” [30]
El apóstol Pablo nos dice que la idolatría es cambiar “. . . la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.” [31] Lo que era su gloria, y es la gloria de la Iglesia, está en la verdad de la Gloria de Dios mismo y no puede, ni debe, ser representada por una imagen de un hombre o una bestia. Dios, conociendo las inclinaciones pecaminosas de los hombres, y su lucha por justificar sus hechos impíos, especialmente los que son realizados en el nombre de la religión, ha declarado: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.”[32] Sea lo que fuere que debatan los teólogos respecto a este versículo, una cosa es clara; si uno ha de dar una representación física al rostro de Cristo, entonces uno tiene que definir y contaminar la Gloria de Dios. Sea un “hombre” o un “buey que come hierba” cualquier intento de reproducir la esa Gloria, salvo la que Dios mismo haga, es idolatría.
Un Vistazo a la Historia de Cristiana de la Idolatría
Los apóstoles, cuyas epístolas y evangelios son las mismas palabras de Dios, son hombres que pudieron decir: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida,”[33] nunca dieron una descripción física de Cristo. En cambio, proclamaron lo que Él dijo y lo que Él hizo. Ellos enfatizaron Su muerte y resurrección, explicando el significado de estos eventos, y la necesidad de la fe en ellos para poder ser salvos. El apóstol Pablo acertadamente declara que ya no conocemos a Jesús conforme a la carne.[34] Pedro dice de Cristo: “a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso. Y hombres y mujeres, regenerados por el Espíritu Santo, exuberantes en el Cristo no visto justo como los patriarcas lo hicieron con el Jehová no visto, ni reclaman una descripción del Señor. El silencio del Nuevo Testamento en este punto es un cumplimiento esencial con los dictámenes del Antiguo Testamento. Cualquier otra fuente contemporánea que afirme proporcionar una descripción de Cristo es extracanónica.
En los primeros dos siglos de la Iglesia, los cristianos no utilizaron imágenes para representar a Cristo. Durante esta infancia los primeros cristianos no se inclinaban hacia la imagen de César ni a ninguna otra obra de manos de hombres. No tenían imágenes, estatuas, o figuras; entendieron muy bien que el Dios que ellos adoraban nunca había aceptado tal afrenta, porque solamente Él es Dios. ¿Cómo, entonces, entró la idolatría en la iglesia? Fue un proceso de tiempo, indiferencia, ignorancia y engaño. En el año 313 DC cuando el Emperador romano Constantino declaró como religión oficial del imperio al cristianismo, los paganos, por edicto gubernamental, y no por regeneración, fueron dados por cristianos. Sin conocer a Dios ni el evangelio, acudieron en masas a la Iglesia, con sus ídolos bajo el brazo, en sus hogares, en sus mentes, y en sus corazones. Los verdaderos creyentes, sin embargo, se opusieron a las figuras y a las estatuas que representaban a Cristo. La controversia tomó furor de un lado a otro por varios siglos, y hubo mucho alboroto por el asunto. En medio de esta batalla, el Papa Gregorio I el Grande (604) presentó un argumento aparentemente inocente y persuasivamente aplaudidle en su favor. Escribió al Obispo Sereno de Marsella, quien había destruido las imágenes en su diócesis: “Lo que los libros son para los que pueden leer, así es la imagen al ignorante que la mira; en una imagen los que no conocen las letras pueden leer. De aquí que, especialmente para los bárbaros la imagen toma el lugar del libro.”[35] Tal razonamiento carnal usurpa la autoridad que viene de la Palabra de Dios. Pero en la vida real, si el analfabeto no puede leer, ciertamente pueden “oír” y “la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios,” porque “agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.” Luego, en el año 754 DC, un concilio grande de obispos declaró que tales imagines no son bíblicas y, por lo tanto, no son aceptables en la Iglesia. Pero veintitrés años después otro concilio de obispos revirtieron esa enseñanza. El Segundo Concilio de Nicea, que se reunió en 787 DC, requirió el uso de las imagines y estatuas como representar a Cristo. Esta inexcusable idolatría de la Iglesia Católica Romana condujo al oscurantismo. Cuando vino la Reforma, y con ella, el verdadero evangelio, y hubo también una condenación de lo malo de la idolatría. Para escapar de la idolatría, mucha gente ha dejado la Iglesia Católica, y comenzaron a surgir iglesias que se basaban en la Biblia en muchos países. Durante la Reforma tanto pastores como la gente se dieron cuenta que todo lo relacionado a Dios que se aprende de las imagines es fútil y falso.
“Pueblo mío, los que te guían te engañan
. . . y tuercen el curso de tus caminos.”[36] ¿Cómo llegó a esto? Se puede muy bien argüir que el espíritu de Jezabel está vivo en la Iglesia, y está enseñando a Sus siervos “. . .a comer cosas sacrificadas a los ídolos.” [37] Como cualquier otro proceso de educación, éste comienza en los grados elementales: las imágenes decorativas “religiosas”, el razonamiento carnal, las excusas y justificación, y la promesa de que este primer acto no conducirá a nada. Pero ella sabe que todo hombre es idólatra en su corazón, y todo lo que se necesita es un parpadeo para ir de colgar una imagen a doblar la rodilla. De ahí que, una vez que las lecciones rudimentarias son aprendidas y aceptadas, sus estudiantes están casi seguros en el progreso hacia una forma papal de idolatría. A menos que se ejerza estricta vigilancia en guardarse contra ese paso inicial, la conclusión es inevitable. Ya que Cristo es el centro de atención del cristianismo, cualquier imagen que intente describirlo, se convierte en algo especial en comparación a las otras. Aunque la imagen no es Cristo, ni es una replica verdadera de Él; tarde o temprano, en la mente del observador, se convertirá en ambas. Ciertamente es la última inicialmente, de lo contrario, ¿para qué colgar la imagen de un extraño en la pared? Pregúntele al dueño de la imagen: “¿Quién es ese?” y le responderá sin vacilación, y sin no más prueba que el consenso general: “Es Jesús”, cuando realmente no lo es, y de esa manera llena todos los requisitos necesario para calificar como ídolo; una falsa representación de Dios. Y debido a que estará seguro que es una imagen de Jesús, está obligado por su respeto a Cristo a honrar la imagen, pero “honrar” tarde o temprano dará lugar a la “reverencia”, y la “reverencia” a la “veneración”. Ciertamente esta es la maldición que ciñe el cuello de sus hijos, y de los hijos de sus hijos. Es para tener temor que esta advertencia caiga en oídos sordos. Muchos que se dicen cristianos tienen una actitud indiferente hacia este asunto de la idolatría. La razonan de la siguiente manera: “Soy salvo y utilizo imágenes, películas y videos de Cristo, por lo tanto, las imágenes, películas y videos de Cristo no pueden estar mal.” Por tanto, Dios ya no es el que decide lo que está bien y lo que está mal, sino la criatura, presuponiendo sobre el don santo de la salvación como licencia para hacer su propia voluntad. La Palabra de Dios deja de ser la base para “lo que se cree”, y “lo que se cree” se convierte en el intérprete de la Palabra de Dios. En efecto, la voluntad del “cristiano” se convierte en al árbitro que reina en la verdad de la Escritura. ¡¿Cuán difícil es entonces adoptar la enseñanza oficial del catolicismo: “en su encarnación, el Hijo de Dios introdujo una nueva ‘economía’ de las imágenes,” y relegan la Palabra del Señor al estatus de un “silencioso compañero”!?
Parece que ninguno de nosotros parece estar suficientemente lejos de la contaminación de Egipto. Se pega a nuestras ropas, y nos invita a regresar en las vigilias de la noche. A menos que estemos en oración y vigilantes, sucumbimos, quizá no inmediatamente, pero a momentos y a pasos. Lo que otrora fuera objeto de nuestra indiferencia se convierte en el centro de atención de nuestra necesidad. Garantizado, las imágenes que esta generación cuelgue en el templo serán los ídolos que adorará las siguiente generación. Hay poca vacilación para insertar el adjetivo “sagrada” antes de la palabra “imagen”, y esto propiciará la excusa para la veneración. Cuántos cristianos han defendido la imagen de Cristo que adorna su pared diciendo que ellos no adoran la imagen, sino lo que la imagen representa. ¿sinceramente creen que por esta argumentación errónea honran a Dios? Realmente proponen, como los papistas de la actualidad, y postulan como los paganos de la antigüedad. Los paganos de antaño vivieron en sociedades inundadas de estatuas y altares dedicados a cada uno de los dioses. Estos idólatras también creían que cuando se arrodillaban antes las efigies, estaban adorando a los dioses que representaban las imágenes. Sin duda, esta asociación, aunada con la superstición natural, impartió un sentido de calidad al ídolo para el adorador, pero sea considerado el hecho como una advertencia más bien que como una distinción. ¿No afirma la Iglesia de Roma, en la cual la verdad una vez más se postra a la superstición, que los ídolos cobran vida? Sus devotos han testificado que las estatuas se mueven y lloran.[38] Este es el legado de la idolatría.
Señor, ¿Qué quieres que yo haga?
¿Por qué hemos de decir más? Hay una similitud en los muchos intentos de describir a Cristo, desde la barba confeccionada y el largo ondulado cabello, hasta los rasgos afeminados con la mirada plácida y melancólica. Pero aun esta espeluznante conspiración no es el punto. ¿Cuáles son las probabilidades de que un cualquier artista, basándose solamente en una inspiración intrínseca, pudiera iluminar sobre los rasgos correctos del Jesús histórico? Si no son Sus rasgos, entonces son una representación equivocada del Hijo de Dios, y eso, por definición, los convierte en ídolos. ¿O hemos de creer que, como alegan algunos espiritualistas, que Dios dirigió sus manos; que Dios los inspiró a dibujar lo que hicieron? Entonces estamos afirmando una imagen inspirada por Dios; un ídolo ordenado por Dios. ¡Ni Dios lo quiera! Ya que Jesús es Dios manifestado en carne, esta verdad lo saca del campo de la concepción artística y lo coloca en el reino de la Revelación Divina: “. . . no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” “Hijitos, guardaos de los ídolos.”
Se otorga permiso por los autores para copiar este artículo si se hace en su totalidad sin ningún cambio.
Se otorga también permiso para publicar este artículo en su totalidad en páginas de la red. Nuestra página Web es: www.bereanbeacon.org
Notas
[1] NOTA DEL TRADUCTOR. La expresión en inglés “seeker sensitive” significa preocupado, sensible o hasta complaciente con los que andan buscando una iglesia donde congregarse. Es difícil traducirla en solo dos palabras, de ahí la frase un poco más larga para describirla.
[2] Isaías 26:18
[3] Dios arrojará a todos los idólatras en el “lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” Apocalipsis 21:1-8, Hechos17:29-30, y Romanos 1:22-25
[4] http://216.239.37.104/search?q=cache:l4a0QsT5bn8J 12/3/04
[5] http://www.pastornet.net.au/renewal/fire/ff-1700.htm 12/3/04
[6] 2 Corintios 6:16
[7] Éxodo 15:11
[8] Isaías 46:9
[9] 1 Timoteo 3:16
[10] Hebreos 2:14
[11] Colosenses 2:9
[12] Habacuc 2:18
[13] Juan 1:14; 14:9.
[14] Hebreos 1:3
[15] El nestorianismo es la herejía llamada así por Nestóreo quien nació en Siria y murió en 451 DC El defendía la doctrina de que Jesús tenía dos personas distintas. La solución bíblica a esa controversia fue declarada por el Concilio de Éfeso (431 DC) cuando se demostró que Cristo tenía dos naturalezas en su única persona. En cuanto a la cuestión de que si las dos naturalezas pueden fundirse en una, confundidas o separadas, más tarde, el Concilio de Calcedonia (451 DC) demostró biblicamente que naturalezas nunca pueden confundirse una con la otra, ni se pueden separar una de la otra.
[16] I Juan 5:20-21
[17] Zacarías 10:2
[18] Romanos 1:21
[19] Romanos 1: 22-23
[20] Isaías 40:18
[21] Romanos 12:2
[22] 2003 Reuters Limited 20/6/03
[23] Hebreos 11:1
[24] Salmo 27:13
[25] Éxodo 20:4-6
[26] Los griego-ortodoxos honran y besan imágenes. Estas son fotos y no estatuas. Declaran: “el uso de imágenes fue defendido y sostenido por el Séptimo Concilio Ecuménico. El fin de dicho Concilio todavía es celebrado como un “Triunfo de la Ortodoxia” en la actualidad, y las imagines permanecen una parte central de la fe y práctica ortodoxas.”
www.fact-index.com/e/ea/eastern_orthodoxy.html
[27] Éxodo 20:5
[28] Éxodo 20:6
[29] Éxodo 20: 5
[30]Salmo106: 19-21
[31] Romanos 1:23
[32] 2 Corintios 4:6
[33] 1 Juan 1:1
[34] 2 Corintios 5:16 “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.”
[35] Ep. ix, 105, in P. L., LXXVII, 1027 http://landru.i-link-2.net/shnyves/Catholic_Tradition_art.html 3/15/04
[36] Isaías 3:12
[37] Apocalipsis 2:20. Ella ha laborado su oficio con éxito sin paralelo, desde Babilonia hasta la India. Pero su mayor logro, la Iglesia de Roma hoy en día, tiene sus adherentes arrodillados ante un crucifijo (que es un ídolo) mientras que el sacerdote levanta delante de él una eucaristía, la oblea del sacrificio “incruento” de la misa; y en medio de la orquestación de este solemne acto, los que la favorecen, a su vez, comen este sacrificio a los ídolos precisamente como acusa Apocalipsis 2:20. Pero, ¿cómo ocurrió esto? No fue de la noche a la mañana, Jezabel lo enseño por etapas comenzando con su educación en las lecciones de primaria, los “santos”, Cristo, etc., y todo lo que se supone son piadosos ornamentos en las iglesias, etc. Pero el fin era inevitable. Téngalo por seguro, que si el Señor tarda, las mismas iglesias evangélicas, que hoy toleran las imágenes, un día tendrán comunión con otra en una mesa teniendo los elementos enfrente (quizá algunas ya lo estén haciendo) y tarde o temprano colocarlo en un altar y arrodillándose delante de él y comiendo de su pan. Los que se olvidan de la historia están condenados a repetirla. Es esta Jezabel que tolerada por los ancianos de Tiatira que está siendo tolerada en la actualidad y el resultado es seguro.
[38] US News & World Report 29/03/ 93. “The case of the Weeping Madonna” (“El Caso de la Virgen que Llora”), pp. 46-50