Apreciado amigo,
La visita del Papa a los Estados Unidos los días 15-20 de abril, lo ubicó en el primer plano de su presunta sucesión apostólica desde Pedro. De hecho en la Iglesia Católica es obligatorio creer en la continuidad histórica entre la Iglesia primitiva y la Iglesia de Roma. La mayoría de los católicos suponen que este es un hecho histórico. Lamentablemente, muchos creyentes bíblicos en realidad no han analizado esta cuestión a fondo. Nuestro artículo, el cual estudia la auténtica iglesia primitiva, es uno de los artículos más importantes que hemos escrito. Nos respaldamos sobre la convicción que la verdad se deriva solo de Dios y solamente de su potencia. Confiamos que Él usará este artículo para derribar las fortalezas de la sucesión apostólica inventada por el hombre, y la manera como el Papado intentó de re-escribir y enmendar la historia de la Iglesia para reforzar este dogma. “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.” El artículo titulado “Historia de la iglesia primitiva nulifica la pretensión papal a la sucesión apostólica” se presenta seguidamente.

Le pedimos que usted responda estudiando el artículo detenidamente y mediante sus oraciones que tanto necesitamos. Lo apreciaríamos inmensamente si re-envía el artículo a otros. También le solicitamos, si le fuera posible que lo coloque en su página Web.

Confiando en la gracia del Señor y su gran poder, 

Richard Bennett

Durante los días 15 al 20 de abril de 2008, Benedicto XVI visitó a los Estados Unidos de América y la sede de las Naciones Unidas como el Papa de la Iglesia Católica Romana y el primer representante de la Santa Sede. De allí que el Presidente le dio la bienvenida con las palabras, “Éste es su primer viaje a Estados Unidos desde que ascendió al Trono de San Pedro.”1 Tanto el título de Benedicto como su trono se confieren por el dogma de la sucesión apostólica.

De hecho, en la Iglesia Católica es una obligación creer que hay una continuidad histórica entre la Iglesia temprana y la Iglesia Católica Romana, tal cual lo dicta el dogma papal de la sucesión apostólica. 2 Se instruye a los católicos a no cuestionar este dogma. Apoyándose en éste, el Papa actual ha declarado rotundamente que “Las Comunidades cristianas nacidas de la Reforma del siglo XVI… no pueden ser llamadas ‘Iglesias’ en sentido propio” y que “según la doctrina católica, estas Comunidades no tienen la sucesión apostólica mediante el sacramento del Orden y, por tanto, están privadas de un elemento constitutivo esencial de la Iglesia.”3 Él no habla en un vacío, sino más bien en un momento cuando mucha gente está siendo seducida hacia la Iglesia Católica Romana mediante el diálogo y otros métodos. Por ejemplo, el Presidente norteamericano le dijo, “Sobre todo, Santo Padre, encontrará en Estados Unidos personas cuyo corazón está abierto a su mensaje de esperanza. Y Estados Unidos y el mundo necesitan este mensaje.”4

El mensaje del Papa fue invariablemente vacío, totalmente falto del Evangelio de la gracia, hasta rebajándose para orar por los muertos en el Punto Cero [Ground Zero]. Sus palabras fueron, “Oh Dios de amor, compasión, y sanidad, pon tu mira sobre nosotros, somos pueblo de muchas diferentes creencias religiosas y tradiciones, quienes nos congregamos hoy en este sitio, la escena de increíble violencia y dolor. Te pedimos en tu bondad que nos concedas la luz eterna y la paz a todos los que aquí murieron…” 5

Estas palabras, tal cual se apoyan en una doctrina contraria a la Biblia, provienen de un hombre que alega ser la cabeza de la verdadera iglesia de Jesucristo. Igualmente sus hechos, al dar la misa, la cual es herética, están en perfecta consecuencia con su posición contra la Reforma que brotó de las verdaderas iglesias del siglo dieciséis cuyo legado bíblico es innegable. Por lo tanto en este estudio queremos documentar el concepto del Nuevo Testamento de iglesia y evidenciar datos históricos demostrando que el concepto bíblico de iglesia ya se vivía en los tiempos después de los apóstoles y antes de la Reforma.

El concepto bíblico de iglesia

Jesucristo fundó su iglesia sobre el mensaje del Evangelio que él es “el Cristo” (Mesías ungido) y “el Hijo del Dios viviente.”6 Después de que el Señor fue glorificado, el Espíritu Santo capacitó con poder a todos los creyentes reunidos en Jerusalén para que llevaran el Evangelio por todo el mundo. Según el Nuevo Testamento, la primera iglesia establecida fue la iglesia en Jerusalén. Fue de allí que salieron los creyentes difundiendo el Evangelio. Ellos eran de “la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.”7 El Nuevo Testamento también registra el establecimiento de iglesias locales en Judea y Samaria. Luego el Evangelio se dispersó a las ciudades en Chipre y Antioquía. Cuando los creyentes en Jerusalén escucharon que los de Antioquía habían recibido el Evangelio, enviaron a Bernabé a Antioquía. Bernabé fue a Tarso a traerse a Pablo. Estuvieron juntos un año entero en Antioquía enseñando el evangelio de la gracia solo mediante la fe en Jesucristo. Fue allí que por primera vez se llamaron cristianos lo que creyeron el Evangelio. El apóstol Pablo nombró ancianos8 y diáconos en estas iglesias locales. Sin embargo, estos oficios, no son la esencia misma de la iglesia; al contrario fungen mediante la enseñanza y la administración a fin de mantener orden en la asamblea. El centro que unifica la asamblea de los creyentes no es la estructura del grupo, tal cual sostiene el Papa, sino al contrario es el Evangelio.

La palabra griega “ekklesia” significa literalmente los “llamados a salir”. En el Nuevo Testamento se asigna a toda la compañía de creyentes a lo largo de la presente era, de la cual Cristo dijo, “Edificaré mi Iglesia.” 9 Mediante la dirección del Espíritu Santo, el Apóstol Pablo define que la iglesia es el cuerpo de Cristo.10 Con mayor regularidad la palabra significa la asamblea local de creyentes. La característica central de las cartas del Nuevo Testamento es el Evangelio de la gracia solo mediante la fe, como por ejemplo en la carta a los creyentes en Éfeso, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”11

La expresión “la iglesia de Dios”, tal cual la escribió el Apóstol, “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios”12 es colectiva, señalando a los creyentes para distinguirlos de los judíos y gentiles. A los creyentes en general de seguido se les llama “iglesia” tal cual el Apóstol se dirigía hacia ellos, “a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús.”13 “Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses.”14 La iglesia era simplemente la comunidad de creyentes. Los mensajes que el Señor dio mediante el Apóstol Juan también fueron todos dirigidos a iglesias locales. 15

El factor que unificaba a las iglesias designadas como tales fue el Evangelio. Estas iglesias locales creían y enseñaban el Evangelio de la gracia de Dios. Para ellos ese evangelio fue “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.”16 Solo por la fe, de acuerdo a las Escrituras, fue el medio por el cual los creyentes entraron a la salvación pagada por la vida perfecta y el sacrificio de Jesucristo. Por toda Europa y en Asia, se establecieron iglesias locales mientras que los creyentes en general difundían el Evangelio.

El concepto católico romano de iglesia

El Vaticano requiere que todo católico profese que hay una continuidad histórica entre la iglesia fundada por el Señor Jesucristo y la iglesia Católica Romana. A fin de medir la validez de la creencia Católica, es necesario comprender firmemente que para la Iglesia Católica Romana la palabra “Iglesia” quiere decir algo muy diferente que lo que dice el Nuevo Testamento. Aunque la enseñanza del Magisterium sí menciona a la Iglesia como “el Pueblo de Dios”, “el Cuerpo de Cristo,” y “el Templo del Espíritu Santo,” el énfasis siempre recae sobre la autoridad y al misión de la organización del sistema papal. Por tanto Roma enseña, “Él [Cristo] instituyó la Iglesia. Él le dio su autoridad y misión, orientación y meta:…”. 17 El sistema católico romano apunta claramente la manera como ejerce su reclamo al poder en esta estructura: “No hay ofensa, no importa cuan seria, que la Iglesia no puede perdonar.”18 “Los sacerdotes han recibido de Dios un poder que ni a los ángeles ni a los arcángeles ha sido dado… Arriba Dios confirma lo que los sacerdotes hacen aquí abajo.”19 “‘Creer’ es un acto eclesial. La fe de la iglesia precede, engendra, apoya y nutre nuestra fe. La Iglesia es la madre de todos los creyentes. ‘Nadie puede tener a Dios por Padre que no tenga a la Iglesia como Madre.’” 20 Este alegato al poder absoluto del sistema jerárquico papal es totalmente contrario al concepto del Nuevo Testamento que la iglesia es “la asamblea de creyentes”. Tan insaciables son las ansias de poder que el Papado se atribuye a sí mismo el poder que por derecho pertenece al Espíritu Santo. Por tanto el Magisterium enseña oficialmente, “El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad.”21 ¿De qué manera refleja tal dogma cualquier continuidad histórica con la doctrina bíblica y la auténtica práctica de la iglesia temprana?

Los primeros creyentes y las Escrituras

Los primeros creyentes sostenían a las Escrituras como la absoluta Palabra de la verdad de Dios. La iglesia primitiva comprendía la doctrina apostólica como la Palabra escrita de Dios. Desde el mismo inicio de la iglesia post-apostólica, los escritos de tales Padres Apostólicos como Ignacio, Policarpo, Clemente, y Bernabé, apelaban exclusivamente a las Escrituras a fin de enseñar la sana doctrina y defenderla contra la herejía. En los escritos de estos hombres la autoridad que citan es la del Antiguo y Nuevo Testamento. En los textos escritos de los apologistas, tales como Justino el Mártir y Atenógaro, se destaca la misma apelación exclusiva a las Escrituras. En ninguno de estos escritos se apela a la autoridad de alguna tradición por fuera de la Biblia como un cuerpo separado de revelación. Al contrario, por primera vez en los escritos de Irineo y Tertulio desde mediados hasta fines del siglo segundo, es donde encontramos el concepto de una tradición apostólica entregada a la Iglesia oralmente. Irineo y Tertulio declararon con firmeza que todas las enseñanzas dadas oralmente por los obispos estaban arraigadas en las Escrituras y se podían comprobar en base a los textos de las Escrituras.

Ejemplos de los creyentes primitivos dando testimonio del evangelio

Polycarpo de Esmirna (n. ¿69?) murió como mártir alrededor del año 155.22 Testificó de ser salvo por gracia y Cristo Jesús, “…el Señor Jesucristo… En quien creéis… Sabiendo,

que por gracia sois salvos no de obras, mas por la voluntad de Dios, mediante Jesucristo.”

Clemente de Roma, quien murió cerca del año 100, escribió de ser justificado por fe, “…Por tanto, nosotros también, siendo llamados por su voluntad (de Dios) en Cristo Jesús, no somos justificados por nuestro medio, ni por nuestra propia sabiduría o entendimiento o piedad u obras… sino mediante la Fe.” 23

Justino el Mártir (c100-165) escribió de ser justo ante Dios a cuenta de la fe. Declaró, “No fue por causa de la circuncisión que Abrahán fue atestiguado por Dios que fue justo, sino a cuenta de la fe. Pues, antes de ser circuncidado, se dijo de él: Abrahán creyó a Dios; y le fue imputado por justicia.”24

Irineo, que murió entre los años 190-202, claramente explicó el mensaje del Evangelio en Romanos, capítulo tres: “Cuando Cristo vino, él cumplió todas las cosas: y todavía, en la Iglesia, sigue cumpliendo el Nuevo Testamento, predicho por la ley, aun hasta la consumación. Como también dice el Apóstol Pablo en su Epístola a los Romanos: pero ahora, sin la Ley, se manifiesta la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas: porque el justo vivirá por fe. Pero, que el justo vivirá por fe, había sido predicho por los Profetas.”25

Clemente de Alejandría, un contemporáneo de Justino e Irineo a fines del segundo siglo y comienzos del tercero, dio evidencia del Evangelio de la gracia cuando escribió, “Abrahán fue justificado, no a partir de las obras, sino de la fe. Por tanto, cuando termine la vida, no aprovecha a los hombres aunque ahora hayan demostrado buenas obras, a menos que tengan fe.”26

Atanasio en el siglo cuarto de igual manera testifica de la gracia y la redención con el inconfundible mensaje del Evangelio, “No de éstas, sino de la fe, el hombre es justificado; como también lo fue Abrahán. De tal manera habiendo planteado tales temas, el Apóstol demuestra nuevamente: que, de ninguna otra manera, puede haber redención y gracia a Israel y a los gentiles, salvo del pecado original, el cual pasó de Adán a todos, pudiese ser librado. Pero éste, dice él, puede ser borrado mediante ningún otro sino mediante el Hijo de Dios… Pues era imposible que mediante algún otro pudiese ser librado de esta trasgresión. Por tanto, así como por un hombre el pecado vino al mundo: así también, por un hombre, vino la gracia sobre todos.”27

Extenso crecimiento y severa persecución

La fe cristiana se difundió rápida y extensamente durante los primeros tres siglos. Por la providencia de Dios, las razones principales se debieron a la fidelidad y celo de los predicadores del Evangelio, las muertes heroicas de los mártires, la traducción de las Escrituras a los idiomas del mundo romano, y el amplio y desarrollado sistema vial de los romanos sobre el cual recorrió el Evangelio. Los cristianos sufrieron pavorosamente bajo el Emperador Séptimo Severo (193-211). La más severa persecución aconteció bajo el Emperador Dioclecio y su co-regente, Galerio, durante los años 303-311. No obstante, lejos de exterminar a los cristianos y el Evangelio, la persecución purificó a los predicadores y aumentó su capacidad de extender el Evangelio.

Iglesia Temprana: norte de Italia y los Alpes Cozie

Al menos desde los fines del siglo once28 la Iglesia Católica Romana ha alegado a viva voz que las iglesias primitivas en la región que hoy se conoce como el norte de Italia29 simplemente fueron esas iglesias que se habían desligado de la autoridad del Obispo de Roma. No obstante, Pedro Allix, escribiendo en 1690, demuestra claramente que estas iglesias se habían establecido localmente desde la época apostólica y que en ningún momento habían estado bajo el Obispo de Roma antes del siglo once. En cuanto a la doctrina y práctica de estas iglesias declara, “Basta con hacerlas merecer el nombre de apostólicas, ya que recibieron la doctrina de los apóstoles, como prenda de mano de sus primeros discípulos, la cual preservaron con tanta ternura a lo largo de las subsiguientes épocas.”30 Allix rebate las pretensiones católica romanas citando de la liturgia de estas iglesias y registros de la práctica de su fe, los que incluyen regularmente apuntes de sus desacuerdos que aumentaban cada vez más con el Obispo de Roma. A veces, Allix cita los registros de la Iglesia Católica Romana contra los creyentes, demostrando que las mismas acusaciones de la Iglesia Romana contra ellos eran ciertamente bíblicas.

De acuerdo a Faber, alrededor del año 406, Vigilanto, un nativo de Aquitaina, publicó un tratado en respuesta a la defensa de Jerónimo por haberse desligado de la Escritura. En el tratado, Vigilanto “atacó la noción que el celibato es el deber del clero; censuró… el figmento que ellos [los mártires] son potentes intercesores ante el trono de la gracia; ridiculizó la ciega y la casi reverencia idólatra rendida a sus reliquias; expuso la insensatez de quemar velas, como los paganos, ante sus nichos, a plena luz del día; detectó los fraudulentos milagros que se decía eran obrados por sus restos inertes… señaló lo inútil y absurdo de tomar peregrinajes a Jerusalén o hasta cualquier otro presunto santuario.”31 Aunque ya no existe el tratado de Vigilanto, esta información proviene de Jerónimo quien intenta refutar a Vigilanto en el transcurso de sus intercambios. De acuerdo a Jerónimo quien vivía en Jerusalén, Vigilanto “escribió de una región, situada entre las olas del Adriático y los Alpes Cozie.”32 Ni tampoco pudo Jerónimo extirpar a Vigilanto de esta región, donde laboraba como presbítero, porque el obispo de la región estaba de acuerdo con Vigilanto. Lo que Faber recalca es esto:

Este distrito [donde residía Vigilanto] sobre el lado oriental de los Alpes Cozie es precisamente el país de los Vallenses. Ellos alegan que han vivido aquí al menos desde la época del Papa Silvestro; y aqui, está el meollo del hecho, tal cual podemos aducir de la presente declaración extraordinaria de Jerónimo, que de hecho ellos ya se habían establecido en y antes del año 406…
Aquí, por lo tanto, solamente setenta años después de la muerte del Papa Silvestro, de hecho encontramos una Iglesia en los valles de los Alpes Cozie, cuya condición teológica corresponde exactamente con el relato entregado de generación a generación, entre los mismos Vallenses: es decir, de hecho encontramos una Iglesia, en la misma región en donde el relato nos instruye a buscarla, protestando, mediante la boca de su pastor autorizado, Vigilanto… contra las supersticiones de los tiempos, y a su estima de esas supersticiones, abiertamente discrepando de los obispos de la corrupta Iglesia de Roma.”32

El alegato católico romano que ejercía potestad en la región queda refutado por los textos de la correspondencia de Jerónimo con Vigilanto. Además, el Papa Pelagio I (555) se lamentaba que “Los Obispos de Milán no vienen a Roma para la ordenación,” y que esto estaba de acuerdo con “una costumbre antigua entre ellos.” 33 Allix prosigue con su apunte, “En el año 590, los Obispos de Italia y de los Grisones, hasta el número de nueve, rechazaron la Comunión del Papa, como la de un hereje… protestando [ante el Emperador] que no se podían comunicar con el Papa Gregorio el Primero.” 34

Allix documenta el hecho que aun en el siglo nueve las iglesias del norte de Italia todavía no estaban bajo el yugo de la autoridad papal. Más bien pudieron resistir hasta después de la muerte de Claudio, Obispo de Turín. Claudio, a mediados del sigo nuevo, fue un acérrimo defensor de su diócesis contra Roma mientras que al mismo tiempo infatigablemente enseñaba el Evangelio y la Biblia por toda su diócesis predicando y enseñando. Wylie confirma que no fue sino hasta los mediados del siglo once que las iglesias sobre las llanuras del norte de Italia finalmente sucumbieron a la autoridad papal. Aun así las iglesias en los valles de los Alpes Cozie se mantuvieron firmes a la Biblia en su fe y práctica. Son éstos los que se conocieron como los Vaudois, o el Pueblo de los Valles.35

Faber demuestra a partir del texto de un poema Vaudois, La Noble Lección, en el cual está inscrita la fecha de 1100, que el lenguaje en el cual el documento fue escrito es “derivado, sin la intervención de ningún otro idioma derivado, de la médula descompuesta de su parentela latina.” Este fue el idioma de los Vaudois quienes se refugiaron en los valles de los Alpes Cozie italianos durante los siglos segundo, tercero, y cuarto. Ya que La Noble Lección fue uno de sus escritos, queda contundentemente demostrado que el idioma de los Vaudois no había cambiado sustancialmente en todos los siglos que vivieron escondidos en sus valles. Esta confesión poética de fe la usaban para enseñar a sus hijos “la fe que ha sido una vez dada a los santos”. Estos son pues, la piezas de la prueba – Los apuntes de Jerónimo con respecto a Vigilanto en 406, Claudio Obispo de Turín a principios de los años 800, y el lenguaje en el cual La Noble Lección (escrito en 1100) y otros escritos originales anteriores procurados por Samuel Morland en 1655 – demuestran que los Vaudois o los Vallenses de veras fueron preservados por Dios en una línea de fe apostólica inquebrantada desde los primeros siglos hasta la Reforma.

A veces a los Vaudois se les llama los Waldenses. Invariablemente la póliza de la Iglesia Católica Romana ha sido la de confundir el origen de las iglesias primitivas de los Valles. Contiende que fue Pedro Waldo quien estableció estas iglesias hasta sostener que fueron herejes en vez de la verdadera iglesia. No obstante, los hechos históricos existentes aclaran que el largo expediente de una historia revisionista redactada por el papado es tan falsa hoy como lo fue en los días de su origen. Un hecho muy importante es que antes de 1160 se desconocía a Pedro Waldo mientras que La Noble Lección fue escrita en 1100. En 1690 Allix contiende, “no es verdad que [Pedro] Waldo le dio este nombre a los habitantes de los valles: Se llamaron Wallenses, o Vaudés, antes de su época, a razón de los valles en donde moraban. Esto lo encontramos en… Ebrardus de Bethune, quien en el año 1212, en donde asevera que se llamaban Wallenses… 'porque moraban en el 'valle de lágrimas’36 de tal modo que al contrario esta etimología guarda respeto al lugar donde habitaban, el cual era en los valles de Piedmont, en vez de al nombre de Pedro Waldo.” 37

El testimonio de los Vaudois, tanto en sus escritos como en su práctica, demostraba que la autoridad de la Biblia seguía siendo su regla de vida.38 El primer distintivo que marcaba a los Waldenses en su conducta diaria se resumía en las palabras del apóstol: “Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres.” El segundo distintivo que los marcaba era la autoridad y el uso popular de las Sagradas Escrituras, las que tenían en su idioma nativo. Entre ellos algunos podían recitar de memoria toda la Biblia. La tercera norma era la importancia de la predicación y los derechos de varones creyentes de ejercer en esa capacidad. A estos principios fundamentales en base al Sermón del Monte, los Vaudois sumaron el rechazo de juramentos, la condena al purgatorio, y las oraciones por los muertos. Declararon que después de la muerte hay tan solo dos caminos — el camino al cielo y el camino al infierno. A lo largo de la oscuridad de esos siglos la fe y la práctica de los Vaudois tocaron muchas vidas antes de la Reforma. Regularmente enviaban misioneros, muchos de ellos eran negociantes, para evangelizar a Europa atrayendo conversos de muchas fuentes. Ellos sufrirían terriblemente por su fe.

Es un hecho histórico que estas iglesias del norte de Italia, que habían permanecido fieles a las Escrituras desde su establecimiento en los siglos segundo, tercero, y cuarto hasta la Reforma, fueron las iglesias verdaderas. La Iglesia Papal claramente fue y aun hoy lo sigue siendo la hereje cismática. La Iglesia Católica Romana durante estos últimos nueve siglos ha tratado de borrar el expediente histórico de estas antiguas iglesias bíblicas al norte de Italia y al sur de Francia – ha intentado a manera de limpieza étnica erradicarlas mediante las cruzadas y seiscientos años de Inquisición contra ellas, destruyendo los expedientes históricos de su testimonio, y mediante una historia revisionista. Tan solo ha sido por la providencia de Dios que hasta el día de hoy la Roma Papal no ha contado con éxito.

Las iglesias Paulicias desde el primer siglo

Las iglesias Paulicias fueron de origen apostólico, y se plantaron en Armenia en el primer siglo. “A lo largo de Antioquía y Palmira la fe ha debido difundirse hasta Mesopotamia y Persia; y en esas regiones llegó a ser la base de la fe al esparcirse en las montañas Taurinas hasta alcanzar las lejanías de Ararat. Esta fue la forma primitiva del cristianismo. Las iglesias en la cordillera Taurina formaron una inmensa cabida o represa circular hacia la cual fluía la temprana fe Paulicia en donde fue acogida y retenida por siglos, como si fuera, una remanso de la vertiente principal a través de los siglos.”39 El centro más temprano del cristianismo en Armenia fue en Tarón, el cual constantemente fue el hogar y centro de operaciones de los Paulicios. Ellos insistían que su origen era apostólico. Tocante a este tema Adeney dice, “Por tanto, se puede debatir que ellos pudieran ser considerados como los representantes de los sobrevivientes del más antiguo tipo de cristianismo… Los antiguos Bautistas Orientales, éstos eran en muchos aspectos Protestantes antes del Protestantismo.” 40

En el octavo siglo los Paulicios, dispersos por la persecución, se difundieron hacia el oeste a través de Bulgaria y a lo largo de la costa norte del Mediterraneo llegando hasta la lejanía de la cordillera de los Pirienos. Muchos se establecieron en la región al sur de Francia en donde se conocieron como los Albigenses. Por toda la extensión, los Paulicios sembraron iglesias locales las cuales continuaron la firme tradición y práctica bíblica.41 Ellos no reconocieron a personas de otras comuniones como pertenecientes a las iglesias. “No pertenecemos a éstas,” dijeron. “Hace tiempo ellos rompieron la conexión con la iglesia y han sido excluidos.”42

Misioneros a Europa antes de la Reforma

Desde el año 405 cuando Patricio llegó a Irlanda hubo más de seiscientos años fructíferos por la claridad del mensaje del Evangelio que Patricio predicó y de los que colaboraron con él. Hubo muchos misioneros irlandeses de renombre como Patricio, tales como Columba, Columbanus, Kilian, y Forannan, quienes llevaron el Evangelio con la misma veracidad de Patricio hasta Inglaterra, Alemania, Francia, Suiza, Italia y lugares más lejanos hasta el siglo diez. Desde al menos el siglo once hacia adelante, los Vaudois enviaron sus misioneros, llamados barbes, esparciéndolos por Europa. Llevaron el mismo mensaje del Evangelio que los misioneros irlandeses. En 1209 el Papado comenzó su primera cruzada contra los creyentes europeos, comenzando con los Albigenses al sur de Francia. Los que podían escapar, huyeron. Difundían el Evangelio por doquier eran esparcidos. Por el año 1332, el Papa Juan XXII envió a sus inquisidores al territorio de los Vaudois a fin de ejecutar las leyes de la Inquisición contra estos creyentes. De allí en adelante, los Vaudois fueron esparcidos por toda Francia, los Países Bajos, Alemania, Polonia, Bohemia, Moravia, Inglaterra, Calabria, Nápoles y más allá. Por doquier iban, ellos también difundían el Evangelio.43

El legado de la temprana iglesia

Hemos identificado a la Iglesia verdadera del Señor Jesucristo por dos características – sostienen la sola autoridad de las Escrituras y el verdadero Evangelio. Brevemente hemos documentado la verdadera Iglesia del Señor Jesucristo tal cual existía en varios países antes de la Reforma del siglo dieciséis. A lo largo de los siglos, estos creyentes fueron esparcidos desde Jerusalén hasta el valle de Piedmont de Italia hasta Francia, España, llegando a Escocia, Irlanda, Inglaterra, y por toda Europa. Hemos documentado los pueblos que honraron la verdadera fe, portando la verdad de la Escritura.

Conclusión

La candente realidad histórica de la verdadera iglesia impregnada con el Evangelio de la gracia de Dios en doctrina y práctica, totalmente nulifica la pretensión papal a una presunta continuidad histórica entre los creyentes primitivos y la iglesia papal por vía de su dogma de la sucesión apostólica. Al contrario se comprueba que la Iglesia Católica Romana es que la que está en cisma de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Al igual que lo viera la verdadera iglesia antes de la Reforma y luego los mismos Reformadores, el sistema papal con sus blasfemias contra la obra redentora del Señor

Jesucristo, su idolatría e Inquisición, su pretensión a la sucesión apostólica – todo señala a “la mujer sentada sobre una bestia escarlata.”44 La misma “mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús”45 todavía sigue hoy negociando con las almas de los hombres mientras aparenta “dialogar” con los verdaderos cristianos como “hermanos y hermanas en Cristo”.

Pero los cautelosos comprenderán que el amor por el Papado es peligroso, recordando la Escritura “se maravilló toda la tierra en pos de la bestia.”46 Ellos se han dado cuenta de esto, tanto en el funeral de Juan Pablo II, como también en la visita de Abril de 2008 de Benedicto XVI a los Estados Unidos. Ambos eventos fueron recibidos con tal reverencia y homenaje que pudiera llamarse adoración.

Al igual que los creyentes de antaño, debemos emprender batalla. El Señor está con nosotros; tendremos la victoria final. El mandamiento del Espíritu Santo sigue siendo: “habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes.”47 La certeza que lo conocemos a Él y somos suyos debe redoblar nuestros esfuerzos, y animarnos en nuestras luchas. La gloria de la libre gracia de Dios en el Evangelio, fundamentada solamente sobre la Palabra escrita, sigue siendo el legado de la Iglesia Primitiva y todavía está disponible a todo el Pueblo del Señor.

Se concede permiso por el autor para copiar este artículo si se hace en su totalidad y sin ningún cambio.

También se concede el permiso para usar este artículo en su totalidad en las páginas del Internet.

Traducción por cortesía de www.exadventista.com


1 http://z22.whitehouse.gov/news/releases/2008/04/20080416.es.html
2 “Los fieles están obligados a profesar que existe una continuidad histórica —radicada en la sucesión apostólica— entre la Iglesia fundada por Cristo y la Iglesia católica.” Declaración Oficial “Dominus Iesus” 2000 §16 [itálicas en el original].
3 “RESPUESTAS A ALGUNAS PREGUNTAS ACERCA DE CIERTOS ASPECTOS DE LA DOCTRINA SOBRE LA IGLESIA”. http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20070629_responsaquaestiones_sp.html.
4 http://z22.whitehouse.gov/news/releases/2008/04/20080416.es.html
6 6 Mateo 16:16-17.
7 Hechos 8:1
8 Las palabras presbítero y obispo/pastor/anciano se usan intercambiablemente (Hechos 20:17, 28; I Pedro 5:1-4).
9 Mateo 16:18
10 Efesios 1:22-23
11 Efesios 2:8, 9
12 I Corintios 10:32
13 I Corintios 1:2
14 Colosenses 4:16
15 Apocalipsis 1:11
16 Romanos 1:16
17 Catecismo de la Iglesia Católica (1994), Para 874
18 Catecismo, Para 982
19 Catecismo, Para 983
20 Catecismo, Para 181
21 Catecismo, Para 882
22 George Stanley Faber, The Primitive Doctrine of Justification, Investigated (London: R. B. Seely and W.Burnside, 1837) Ch. IV, p. 87
23 Ibid., p. 80
24 Ibid., p. 89
25 Ibid., p. 94
26 Ibid., p. 96
27 Ibid., pp. 100-101
28 J. A. Wylie, History of Protestantism Vol. I, pp. 10-15. Veáse también Peter Allix, Some Remarks upon the Ecclesiastical History of the Ancient Church of Piedmont, impreso originalmente en 1690; 1989 reimpresión de la edición 1821, p. 192.
29 Allix, Ancient Church of Piedmont, p. 1. Véase también Thomas M’Crie, History of the Progress & Suppression of the Reformation in Italy in the Sixteenth Century (Edinburgh & London: Wm. Blackwood & Sons, 1856).
30 Allix, p. 4.
31 George Stanley Faber, carta personal al Dr. Gilly citada en William Stephen Gilly, Vigilantius and His Times (London: Seeley, Burnside, & Seeley, 1844) Reprint. pp.335-338. 32 Ibid.
32 Ibid.
33 Wylie, Vol. I, Book I, p. 19
34 Carta al Emperor Mauritius tal cual se registra en Baronius, ad h. annum, n. 29, in Allix, Ancient Church of Piedmont, p. 35.
35 Peter Allix, Remarks upon the Ecclesiastical History of the Ancient Churches of the Albigenses, publicado por primera vez en 1692. Reimpresión de 1989 de la Clarendon Press, Oxford, 1821 edition.
36 Allix, pp. 182-183.
37 Véase La Noble Lección y otras obras, un catálogo de éstas se encuentra registrado en Samuel Morland, The History of the Evangelical Churches of the Valleys of Piemont (Henry Hills, 1658) Reimpresión. Oliver Cromwell envió a Morland a fin de presionar al Duque de Savoy para detener “la sangrienta masacre” de los Vaudois en 1655. En aquel entonces Morland recibió muchos de los manuscritos originales de los Vaudois y los colocó en la biblioteca pública en la Universidad de Cambridge, de la cual no tardaron en desaparecer. Morland en su Historia en dos tomos tomó cuidado de citar ampliamente de estas fuentes originales.
38 Hechos 5:29
39 Edición de Bury de la Historia de Gibbon, VI. p. 543
40 Adeney, The Greek and Eastern Churches, pp. 217-219
41 George Stanley Faber, The History of the Ancient Vallenses and Albigenses (London, 1828) Book II & III.
42 Tal es el testimonio de Gregory Magistos, 1058 d. C., cuya historia es una de las fuentes principales de información. Véase la documentación en “Paulicians and Bogomil Churches”: www.pbministries.org/History/John%20T.%20Christian/vol1/history_04.htm 4/8/2008
43thWylie, Vol. III, Book 16 .
44 Apocalipsis 17:3. Rainerio, un inquisidor papal que vivió antes de que mediara el siglo trece, testificó de los Vallenses, “Sostienen que la Iglesia de Roma es la ramera de Babilonia, y que todos los que la obedecen son condenados…” Citado en Allix, pp. 209-211.
45 Apocalipsis 17:6
46 Apocalipsis 13:3
47 Efesios 6:13,14

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