Por Nancy Hohman

Como cualquier adolescente, el sueño de mi vida era tener una familia y un hogar porpio.  Yo iba a la escuela pública durante la semana y los domingos cogía catecismo.  Una orden Franciscana de monjas enseñaban el catecismo, y una monja en particular era muy importante en mi vida.  Ella me invitó a celebrar los veinticinco años de su ordenación.  Poco sabía yo que esto iba a ser un tranque en mi camino, y que traería cambios radicales en mi vida.

Escuela de Internado de Monjas

Yo asistí a aquella celebración y mi vida tomó otro giro cuando persibí que Dios me decia; „Sígueme”.  Yo pensé que Dios me llamaba a ser una monja, entonces terminé la escuela superior en el internado del convento y empezé una preparación para el servicio al Rey del cielo.

De seguridad a inseguridad

Por un tiempo, la convicción de que Dios me llamaba me ayudó  a vencer los obstáculos que yo confronté en esta nueva vida.  Mientras el tiempo pasaba, mis ojos y mi corazón estaban abiertos a oraciones (?  ) y rituales.  Yo cuestionaba mi santidad y la de las monjas, ya que estabamos supuestas a ser tan santas.  Las puertas a la libertad a menudo se abrían, pero, a través de todo, siempre reinaba la inseguridad.  Cada decisión para quedarme o irme me ocasionaba mucho dolor y gran pena.

En una ocasión, hice la decisión de irme, cuando el presidente de la orden y una hermana amiga mía, me preguntó si yo estaba segura que esa era la verdadera decisión, mi respuesta fue un mar de lágrimas, como si me sintiera insegura de la voluntad de Dios para mí.  Yo me resigné a quedarme como si esa fuera la voluntad de Dios para mí.

Ministerio en Mississippi Delta

Dios me llevó a un minsterio entre los pobres en Mississippi, Delta.  En mi viaje a Mississippi, observando los campos,  me parecían que eran los campos de Dios.  En el Delta, observé la fe de los que son los siervos de Dios.  Uno de los tripulantes, era un ministro de 90 años, el cual me impactó con sus conocimientos de la Biblia.  Con sus ojos apagados, los recuerdo de la Palabra de Dios eran música y bálsamo para su espíritu.  El se gozaba en alabar al Dios de los bienaventurados y manifestaba su unión con El al morir.  Su seguridad de estar con Cristo algún día de la significado a su vida.  Esto, para mi fue un rompecabezas al ver la seguridad que él tenía en la vida eterna.

Una anciana compartió sus oraciones diarias con nosotros.  „Cada mañana al despertar a un nuevo día, le doy gracias a Dios que las cuatros paredes de mi cuarto no son las paredes de mi ataúd y que esas sabanas sobre mi cama no son mi mortaja y le doy a Dios gracias por ese nuevo día…”  Tal fe no era familiar para mí.  Si yo hubiese estado en su lugar, mi corazón ni alabaría a Dios, pero si lo culparía por mis circunstancias.  ¿Dónde estaba este pozo que satisface la sed?

Algunas veces me encuentro quejándome del tiempo, muy caliente, mucha lluvia, muy frío, etc., etc.  Fui confrontada cara a cara por mi pecado, y me dijeron que no me expresara de ese modo, pues todo viene de Dios.  El nos da todo en Su tiempo perfecto, y mucho, porque El es el Maestro.

Estando envuelta en la fe de esta gente, les dije que compartieran conmigo.  Acostumbrada a hacer una oración ligera en las comidas, yo me preguntaba qué estarían diciendo ellos con sus cabezas bajas en sus oraciones silenciosas.

Ellos le daban gracias a Dios por su provisión abundante delante de ellos y la fe sólida como la roca en el Dios que los alimentaba diariamente.  A menudo probados por el fuego de la justicia e injusticia, ellos evidenciaban una fuerza sacada de la Palabra de Dios y sus promesas.  La gente del Mississippi, Delta, pueden ser muy pobres materialmente, pero yo descubrí que yo era la que estaba en pobreza espiritual.

Dejando el Convento

Durante los siguientes 13 a 14 años, yo luché con la realidad de que estaba prisionera, mental, emocional, y espiritualmente.  Llegué a la conclusión que estaba tratando de vivir sobre las expectaciones humanas.  Dios tenía un diseño diferente para mi vida.

La universidad me abrió los ojos al hecho de que yo tenía dos personalidades.  Una jugaba un rol y la otra era libre espiritualmente.  Un día en particular cuando regresaba a la casa de mi madre en Tiffin, Ohio, yo pensé volver al convento.

Después de mi graduación, me fui a buscar apartamento y fui desligandome de la idea de que tenía que seguir directríces las cuales podían hacer esas decisiones por mí.  Yo comprendí por primera vez que no tenía que ser obediente a códigos de leyes o a mis notas de obediencia.  Después de esta realización, le dije a los que estaban a cargo que yo me tenía que ir sin tener que volver.  Finalmente, a la edad de 48 años, me fui al mundo tan ignorante como una quinceañera.

Dios me dirigió por todo el camino, confirmándome cada paso de fe que yo tomaba.  El día en que recibí al Señor Jesucristo como mi Salvador, como un río, la paz fluyó sobre mí.  Había una libertad en la nueva vida que tan sólo Cristo podía ofrecer.  El significado de la salvación.  Una vez le dije a las hermanas el sentido de pérdida que sentía.  Con la sensación de haber sido hecha pedazos, me levanté llorando esa noche.  Mis lágrimas comenzaron a ser como bálsamo a la medida que dios me aseguraba que ya yo no tenía que castigarme más pagando por mis faltas y culpas.  Yo no lo entendía en el momento, el Señor Jesucristo había pagado por completo mis pecados.  Yo no lo entendí en el momento, El me estaba preparando para el próximo paso de fe que envolvía renunciar a la fe de nacimiento, el catolicismo romano, y depender de El solamente.

Aprendiendo la Palabra de Dios.

Cada vez que leo la Biblia y oigo la Palabra predicada, es como si el Señor abriera mis oidos por primera vez a Su mensaje.  Por primera vez, conocí la voluntad de Dios para mi vida y no vecesito buscarla.  La lectura de la Biblia, diariamente, desde Génesis a Apocalipsis, me muestran un plan completo para mi vida.  Por la gracia de Dios he podido comprender y crecer de acuerdo a su maravilloso mensaje.

Yo no tenía una idea de lo que seguiría, pero Dios sí.  Después de tener seguridad económica y un trabajo, compañerismo, amigas, y treinta años tratando de conseguir gozo, El no me dejó huérfana.  Muy poco sabía yo que una decisión, aparentemente, de poca importancia de aceptar una invitación, de ir desde mi apartamento a una fiesa de damas nadadoras, iba a cambiar nuevamente la dirección de mi vida.  Aquí conocí a una esposa de un ministro llamada Millie.  Ella claramente presentó, de la Escritura, el trabajos de Dios en una persona que clamó en el nombre del Señor.

Habiendo sido enseñada a confesar mis pecados, en Romanos 3:10 donde dice, „No hay nadie bueno, si siquiera uno”.  Esto no fue sorpresa para mí.  Ni tampoco fue sorpresa saber que yo me merezco la muerte por ser pecadora.

„Por que la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro”.  Romanos 6:23.  Toda mi vida, el retrato de Jesús colgado en la cruz, se grabó en mi mente, enfatizando el precio que el pagó por mis pecados.  Cada Viernes Santo yo celebraba este evento religiosamente.  De momento ese cuadro tomó vida en mí.  „Pero Dios nos da pruebas de su amor, en que Cristo murió por vosotros aunque éramos todavía pecadores”.  Romanos 5:8.

Lo que yo no sabía, ni había oido leer en las Escrituras fue Romanos 10:13, „Todos los que invocan el nombre del Señor serán salvos”.  Yo no sabía que el cielo y la vida eterna con Dios era su regalo a través del Señor Jesucristo.  Todo lo que era necesario era creer y aceptar la verdad del Evangelio, que Jesús murió, fue sepultado, y que resucitó y confiar en el Señor Jesucristo solamente para mi salvación.

„En primer lugar, les he dado a conocer la enseñanza que yo recibí.  Les he enseñado que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras”.  Corintios 15:34.

¡Qué gozo, fue, cuando comprendí que yo no necesitaba castigarme más!  Lágrimas brotaron abundantemente cuando abracé la libertad que Cristo puede dar.

El Señor provee

Millie Hobbins, la esposa del ministro, se hizo mi amiga y me estimulaba contestándome muchas preguntas, guiándome y pacientemente estaba a la par conmigo.  El pastor me alimentó con la Palabra de Dios, y me enseñó que yo tenía que nutrirme diariamente con las Escrituras.  La congregación de la iglesia Bautista en la avenida Lewis en Temperance, Michigan, me ayudó en este periodo de transición.  El Señor me había provisto de todo lo necesario para entender el plan de salvación y comenzar a vivir como una creyente.

La gerente de mi apartamento, Bassie, también se hizo mi amiga.  Yo me sentía nerviosa e insegura porque era la primera vez en mi vida que yo tenía que hacer decisiones por las cosas tan simples, qué tenía que comprar, como, qué pasta de dientes usar.  Nadie me había dicho como hacerlo y cuando hacerlo.  Bessie fue la que me ayudó a instalarme en mi apartamento, ella fue la que me invitó a la fiesta de natación donde conocí a Millie.  Cuando una semana más tarde me informó que su carro no servía, haciéndole imposible concurria a la iglesia, yo me di de voluntaria para llevarla.  Yo no sabía lo que ese día iba a traer.

Seguridad Bendita

La verdad se dejó sentir como una campana ese domingo en las enseñanzas y la predicación.  Yo estaba comprometida a dar mi testimonio de lo que Cristo había hecho en mi vida.  La esposa del pastor me había visitado el día anterior y me habló sobre el bautismo.  Yo no estaba realmente intereada, pero Dios la usó para prepararme para el próximo paso.  En obediencia a la Palabra de Dios, me fui a la iglesia aquella noche y públicamente confesé mi fe a través del bautismo.  ¡Qué cambio ocurrió en mi vida!  Nunca más he sido atormentada con la duda de si estoy orando correctamente o si Dios me escucha.

Leyendo la Biblia y oyendo la Palabra de Dios predicada, yo sé cómo orar.  La voluntad de Dios para mi vida es algo que no me preocupa.  Yo sé que El quiere que evangelice llevando las Buenas Nuevas de Salvación a todo el que pueda.  Yo he aprendido que el perdón es necesario para la limpieza y para aceptar Su dirección en mi vida.  Las historias de cómo Dios ha obrado en la vida de otros, especialmente misioneros, ha sido de gran estímulo.

Con la ayuda de Dios y el deseo de ser obediente, yo puede crecer en El y ser su discípula.  Hay mucho gozo en las muchas promesas y verdades que se me han presentado.  ¡Yo alabo a Dios por su fidelidad en bregar conmigo!

Similar Posts