No cabe dudas de que usted y yo, en una u otra ocasión, hemos visto un hombre vestido de un manto largo negro, a veces blanco, camina do con sus manos cruzadas y con una serena expresión en su rostro Nuestra primera idea puede haber sido de que estábamos mirando a “un dios vestido como un hombre”, para usar una expresión común en ciertos círculos. En realidad, era un sacerdote católico romano, una figura en un velo de misterio.
Yo, Cipriano Valdés Jaimes, era uno de estos sacerdotes.
J. M. A. Hendriksen Cuando en los viejos tiempos de monasterio venían a despertarnos, golpeaban a la puerta mientras decían “Bendito sea el nombre de Jesucristo”, y la respuesta debía…
Renato di Lorenzo Jamás hubiera pensado que llegaría a dejar la Iglesia Católica Romana, mucho menos el sacerdocio. Si alguien lo hubiera predicho, lo hubiera creído imposible. Entré en la…
John Preston “La verdad os hará libres” (Juan 8:32). La verdad del Evangelio de Jesús ha liberado a millones de personas de sus pecados, cargas y preocupaciones. Esta es una…
Por Richard Bennett and Stuart Quint La Iglesia católica romana deletrea su enseñanza sobre la vida después de la muerte con el titulo “La Purificación Final, o Purgatorio”: “Los que…
Por Doreen Eberhardt (D’Antonio) “Hay un camino que parece recto para el hombre, pero su fin es camino de muerte” (Prov. 14:12) Mi deseo de servir a Dios Yo nací…
Peggy O’Neill Yo serví como monja en un orden religioso durante aproximadamente cincuenta años y durante todo ese tiempo, nunca oí el verdadero Evangelio. Pueden permitirse ciertas cosas, pero cuando…