Por Richard Bennett

La Iglesia Católica da por sentado de sí misma que es cristiana. Nada puede ser más lejos de la verdad. Sin embargo, la Iglesia Católica ha estado promoviendo ardientemente esa imagen, particularmente desde que concluyera el Concilio Vaticano II en 1965. Una meta primaria, no negociable, del Concilio Vaticano II fue la de establecer el fundamento, las reglas y parámetros para un alcance ecuménico multifacético. Los cristianos evangélicos, conocidos hoy como los “hermanos separados” y en otro entonces como “herejes”1, son el blanco principal del ecumenismo católico. El propósito es de atraerlos al redil2 católico-romano. Por esto es que en el Catecismo de la Iglesia Católica de 1994, la palabra “cristiano” aparece más de 100 veces en sus enseñanzas oficiales. Se utilizan palabras claves tales como “diálogo”, “ecumenismo”, y “justicia social” para adelantar la agenda católico-romana bajo el pretexto del promover el cristianismo.

Negación de promesas hechas a los evangélicos

A los evangélicos se les asegura que los católicos que creen en la encarnación, muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo son verdaderos cristianos a pesar que malentiendan algunas de las “minucias” concernientes a la salvación. Tal raciocinio queda denegado por el hecho de que el catolicismo difiere de la fe bíblica–no solo en los pormenores, sino en lo de mayor importancia, aquello que es esencial para la salvación.

El aspecto más peligroso de la doctrina de la Iglesia Católica es que parece como que se basa en las grandes e indispensables verdades de la revelación de Dios.3 En realidad, el hecho ostensible es que la doctrina católica niega las doctrinas bíblicas esenciales mediante los remiendos que le pone a las verdades bíblicas. Por ejemplo, en tanto que la doctrina católica sostiene que en la Deidad hay tres personas distintas merecedoras de la misma adoración añade adoración divina de María al dirigirse a ella en oración como “toda santa”. Las palabras exactas de la declaración oficial son, “Pidiendo a María que ruegue por nosotros, nos reconocemos pecadores y nos dirigimos a la 'Madre de la Misericordia’, a la Toda Santa.”4 Otro ejemplo es el hecho de que la Iglesia Católica demanda que la adoración, la cual se debe solo al verdadero Dios, debe atribuirse también a su elemento de la comunión. Por esto declara oficialmente:

No debe haber duda alguna, en la mente de cualquiera, de que 'los fieles debieran mostrar a este santo sacramento la adoración que se debe al Dios verdadero y que siempre ha sido la costumbre de la Iglesia Católica. Y que tampoco se le ha de adorar menos porque fuera instituida por Cristo para comerse.5

Estas dos enseñanzas oficiales de la Iglesia de Roma demuestran que la adoración divina, que se debe a Dios solamente, está siendo dada a María y al elemento de la comunión.

Entonces la doctrina esencial de la redención del hombre por Jesucristo es totalmente distinta en la Roma papal de lo que es en la Biblia. La Escritura declara que los pecadores muertos en pecados y transgresiones “por gracia” son “salvos, por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”6 La Escritura demuestra que Dios salva directamente a los pecadores mediante su gracia solamente mediante la fe sola. Sin embargo, la Iglesia Católica introduce la necesidad de sus sacramentos y consecuentemente afirma:

La Iglesia afirma que para los creyentes los sacramentos de la Nueva Alianza son necesarios para la salvación (cf Concilio de Trento: DS 1604). La 'gracia sacramental’ es la gracia del Espíritu Santo dada por Cristo y propia de cada sacramento.5

Los sacramentos, que son declarados indispensables, niegan la doctrina bíblica de la redención del hombre. Con estos ejemplos explícitos de la negación de la Iglesia Católica de las verdades bíblica, la doctrina y enseñanza oficial del papado necesitan ser cuidadosamente examinadas en todos los temas principales de la verdad bíblica.

La base de la verdad

El primer tema que analizaremos es, “¿cuál es la base de la verdad?” En otras palabras, ¿cuál es la norma mediante la cual podemos conocer la verdad? El renglón absoluto propuesto por el Señor Jesucristo es el hecho de que “la Escritura no puede ser quebrantada.”6 El Señor también declaró la verdad de la Palabra de Dios al decir: “Santifícalos en tu verdad: Tu palabra es verdad.”7 De esta declaración entendemos que la Palabra de Dios no contiene la verdad, antes bien, es en sí misma la verdad. La Santa Escritura es la fuente del estandarte de la verdad para el creyente. Como solo la Escritura es inspirada, es la única y sola autoridad final, y sola es el juez final de toda tradición y raciocinio humano. De acuerdo con esto, el mandamiento del Señor establece: “No añadas a sus palabras, no sea que Él te reprenda, y seas hallado mentiroso.”8 Por esto es que en su Palabra escrita la autoridad absoluta del Señor Dios es totalmente suficiente para todas las necesidades del creyente, según lo delineó el Apóstol Pablo cuando escribió: “Toda Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”9 El Señor reprendió a los fariseos porque colocaron sus tradiciones humanas al mismo nivel que la Palabra de Dios. Por ésto, los fariseos corrompieron el entendimiento del pueblo confundiéndolo respecto a la Palabra de Dios como la misma base de la verdad. Jesús les dijo que invalidaban “la palabra de Dios por vuestra tradición que disteis, y muchas cosas hacéis semejantes a éstas.”10

A pesar de esta norma clara de la verdad, la Iglesia Católica declara su propia norma de verdad. Comienza sus razonamientos con las siguientes palabras:

La Tradición y la Sagrada Escritura “están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin” “La [Santa] Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles…”11

El hecho es que ninguna “tradición” transmite en su totalidad la Palabra de Dios. Esta labor es solamente del Espíritu Santo. En primer lugar, en un sentido exclusivo, las Escrituras son la composición del Espíritu Santo; según lo declaró el Apóstol Pedro, “entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada; porque la profecía no vino en tiempo pasado por la voluntad del hombre; sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo guiados por el Espíritu Santo.”12 El Espíritu Santo está completamente capacitado para esta obra porque es el “Espíritu de Verdad”.13 El Espíritu Santo tiene un conocimiento perfecto de la verdad porque Él es Dios, uno con el Padre y con el Hijo. El Espíritu Santo revela la verdad de la Palabra Escrita a los creyentes. Por esta razón fue que el Señor Jesucristo dijo, “tomará de lo mío, y os lo hará saber.”16 Así es como el Espíritu Santo transmite perfectamente la Palabra de Dios en su propia plenitud.

Después de haber igualado su “Sagrada Tradición” a las Sagradas Escrituras y de haber establecido que su tradición transmite la Palabra de Dios en su totalidad, la Iglesia Católica llega a su conclusión con las siguientes palabras:

De ahí resulta que la Iglesia, a la cual está confiada la transmisión y la interpretación de la Revelación 'no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así las dos se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción.”14

Esta declaración es una negación formal de la suficiencia de las Escrituras y un repudio de su autoridad única. Cuando una iglesia, que alega ser cristiana, afirma igualdad de amor tanto para la tradición como para las Escrituras, lo que hace es que las Escrituras pierdan todo su valor único. Es como un marido que declara que ama a su esposa y a la misma vez que también ama igualmente a la mujer del otro lado de la calle. Semejante amor es un amor adúltero; y de igual forma es “el mismo espíritu de devoción.” Semejante declaración es nada menos que un rechazo de las Escrituras y una infidelidad al Dios de las Escrituras.

Sin embargo, el catolicismo, tiene una norma para la verdad que debe ser tomada como absoluta. No es la autoridad incuestionable de Dios en su Palabra escrita; antes bien es la autoridad de un hombre, el papa de Roma. Esto puede verse en su enseñanza oficial donde se afirma que,

El Romano Pontífice, cabeza del colegio episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral […] “15

Por tanto, en la práctica, la base de la Iglesia Católica para su doctrina es su papa y lo que el declare ser verdad. En otras palabras, se reclama como verdad por decreto. Qué absurda resulta esta afirmación cuando comprendemos que algunos papas fueron declarados herejes y condenados por los Concilios de la iglesia. 19

La salvación por la gracia sola queda negada por el sistema sacramental católico

De que la salvación es por la gracia sola debe ser entendido claramente. Los pecadores no redimidos, los cuales todos están “muertos en … delitos y pecados16, pueden ser salvos por la gracia sola, mediante la fe, porque la salvación es el “don de Dios: no por obras, para que nadie se gloríe17. Es Dios quien gratuitamente salva mediante su don gratuito inmerecido. En completo contraste con esto, en la Iglesia Católica se dice que viene por una “gracia” que es meramente un “auxilio” dado con la intención de que la gente responda. Por esto es que la Iglesia Católica afirma oficialmente que “La gracia es el auxilio que Dios nos da para responder a nuestra vocación de llegar a ser sus hijos adoptivos. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria.”18 En este punto de vista, se presume que los seres humanos son lo suficientemente buenos como para responder a la ayuda que Dios les presta. De acuerdo a la Iglesia Católica, la gracia no es una manifestación de la acción soberana de Dios en la salvación sino meramente un “auxilio” dado a los seres humanos para que respondan una vez hayan decidido creer. La enseñanza de la Iglesia Católica contradice el concepto mismo de la gracia. Así mismo lo afirma la Escritura “Y si por gracia, ya no es por obras, de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.”19 Aquí lo que está en juego es el acto soberano de Dios y no una incierta respuesta humana.

El concepto Católico de la “gracia” niega la gracia soberana de Dios. Por esta razón, el papado necesitó construir un mecanismo mediante el cual los católicos pudieran profesar que han recibido la gracia. A la herramienta primaria de su invento se le conoce como los sacramentos. De acuerdo con esto, la Iglesia Católica afirma,

La Iglesia afirma que para los creyentes los sacramentos de la Nueva Alianza son necesarios para la salvación (cf Concilio de Trento: DS 1604). La “gracia sacramental” es la gracia del Espíritu Santo dada por Cristo y propia de cada sacramento.”24

Esta enseñanza es fatal. En la Biblia, la salvación es dada a un individuo mediante el poder absoluto de la sola gracia de Dios – porque solo en Dios existe el poder de librar espiritualmente a un hombre que está “muerto en delitos y transgresiones” para llegar a convertirse en un ser vivo en Cristo. Sin embargo, la Iglesia Católica difiere categóricamente con la Biblia en este asunto primario porque afirma oficialmente que el hombre ha sido “solamente herido por el pecado”20. Es así como su Catecismo describe a la gracia de Dios, como un “auxilio” accesible a través de sus sacramentos. En cambio tales sacramentos están completamente bajo el control del sacerdocio católico.

Nosotros alabamos absolutamente al Señor Dios por el hecho de habernos revelado desde las Escrituras que su gracia es un don gratuito con el que “nos hizo aceptos en el Amado”26. En la salvación somos aceptos no por pertenecer a cualquier institución ni por participar de cualquier sacramento, sino en la Persona del Señor Jesucristo solamente.

Un sustituto papal que toma el lugar de solo Cristo como objeto de la fe

El objeto de la fe es claramente visto en la Escritura como la persona misma de Cristo Jesús. Consecuentemente se declara: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa.”21 Esta fe es una fe dada por Dios, según lo declara el apóstol Pedro al escribir: “Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado fe igualmente preciosa con nosotros por la justicia de Dios y nuestro Salvador Jesucristo.22 Esta fe dada por Dios viene por el oír de la Palabra de Dios como se establece en el verso que dice: “Así que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”23 El tópico de la fe es tan claro en la Escritura que uno hasta duda de que pueda ser torcido por alguna iglesia. A pesar de todo, la Iglesia Católica, cambia completamente el concepto de la fe. En cuanto a la fe, la Iglesia Católica enfoca su atención en sí misma como “la Iglesia” como la primera que cree. Por esto enseña que “La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe.”24 Entonces tiene la audacia de declarar que la fe viene a través de la Iglesia porque la Iglesia es nuestra Madre. Como resultado, enseña oficialmente que “La salvación viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre…”25 En la Iglesia Católica el resultado es que la persona cree en la Madre Iglesia y no en el Señor Jesucristo. Sus palabras oficiales que establecen esto son las siguientes:

’Creer’ es un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe. La Iglesia es la Madre de todos los creyentes. 'Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre.’26

Por lo tanto, la posición para los Católicos es que se ven obligados a someterse a la santa Madre Iglesia y aceptar lo que ella enseña. La Iglesia Católica básicamente intenta remplazar a Jesucristo como objeto de la fe salvadora con un sustituto: fe en la Madre Iglesia.

Lo que este intercambio hace es esclavizar al individuo a la Iglesia Católica Romana en vez de darle libertad en Cristo Jesús. A fin de mantener a la Iglesia Católica como el objetivo de la fe, el papado maldice a todos los que creen en Cristo solo por la fe. Sus palabras oficiales son:

Si alguno dice que mediante los sacramentos de la Nueva Ley no se confiere la gracia ex opere operato [de la obra hecha], sino que la fe sola en la promesa divina es suficiente para obtener gracia, sea anatema [maldito].27

La suficiencia del sacrificio consumado por Cristo

La particularidad única del Sacrificio de Cristo es que fue una sola ofrenda – hecha una sola vez. El concepto de “una sola vez” es considerado de tanta importancia que se afirma siete veces por el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento. Se contrasta la perfección de Cristo con el sacrificio que se repetía diariamente en el Antiguo Testamento. La verdad de la excelencia del sacrificio de Cristo es resaltada por las palabras “una vez”. Por ejemplo, el apóstol Pablo enseña que “Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez; pero en cuanto vive, para Dios vive.28 El apóstol Pedro también declara: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios.”29 Esta misma verdad también es enseñada en el libro de Hebreos cinco veces con la conclusión siguiente: “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez, para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que le esperan.”30 La verdad majestuosa se encuentra en la declaración del Señor mismo desde la cruz: “Consumado es.”31

En completo contraste con esto, la Iglesia Católica declara que el sacrificio de Cristo, que fue ofrecido sobre la cruz, está contenido y ofrecido en su misa. Las siguientes son sus palabras oficiales:

Y puesto que en este divino sacrificio que se realiza en la misa, se contiene e inmola incruentamente el mismo Cristo que en el altar de la cruz ’se ofreció a sí mismo una vez de modo cruento’.32

Increíblemente ella afirma una conclusión aún peor. Declara que el sacrificio de Cristo es también un sacrifico donde la iglesia se ofrece a sí misma con Él. Las palabras oficiales son “La Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, participa en la ofrenda de su Cabeza. Con Él, ella se ofrece totalmente.”33 Es completamente blasfemia que una iglesia enseñe a sus miembros a ofrecerse a sí mismos con el sacrificio de Cristo. La doctrina de participar en el sacrificio de Cristo es totalmente perversa e inmoral. Esta proposición es una mentira total debido a que niega las declaraciones de la verdad de Dios repetida en las Escrituras. La obra de la redención es “por sí mismo34, “sin las obras de la ley35, “No por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia, nos salvó36. ¡Enseñarle al pueblo una proposición tal es una abominación espantosa delante de Dios el Señor!

Dios es el único todo santísimo por naturaleza

La Biblia claramente enseña que solo Dios es infinito, eterno e inmutable en su ser, su sabiduría, poder, santidad, justicia, bondad y verdad. Aún mas importante es el hecho de que Él es el todo santísimo. Su santidad es el atributo divino que cubre todos sus demás atributos de modo que Su rectitud es santa, su verdad es santa y su justicia es santa. El es cada uno de sus atributos y el atributo general que le separa a Él de todo otro ser es la santidad. Su santidad es distintiva e incomparable. Esta es la razón por la cual necesitamos ser salvados por Él, el todo santísimo Dios. Por tanto, leemos en la Escritura: “No hay santo como el SEÑOR37. Otra vez, la Palabra del Señor proclama: “¿Quién no te temerá, oh Señor, y engrandecerá tu Nombre? Porque tú solo eres Santo; por lo cual todos los gentiles vendrán, y adorarán delante de ti.38 Dios el Señor es completamente santo según lo dicen las palabras de las Escrituras: “Santo, Santo, Santo, el SEÑOR de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.”39 Además de declarar la santidad de Dios, la doctrina oficial de la Iglesia Católica declara a María como “toda Santa”. Esta frase se encuentra capitalizada en su original y no existe renuncia de responsabilidad o nota de pie de página que difiera con lo dicho. También se establece lo siguiente: “Pidiendo a María que ruegue por nosotros, nos reconocemos pecadores y nos dirigimos a la 'Madre de la Misericordia’, a la Toda Santa.”40 Además, la enseñanza Católica oficial también establece que el creyente “De la Iglesia aprende el ejemplo de la santidad; reconoce en la Bienaventurada Virgen María la figura y la fuente de esa santidad.”41 Esta enseñanza blasfema es un intento de robar la misma esencia de la gloria divina reservada solo para Dios. Llega a ser impresionante el ver que, en esta sola doctrina, el papado ha mostrado su total desdén por la Divinidad. Sabemos que solo el Señor Dios es el Todo Santo y que es el Protector de su propia gloria, oponiéndose a todo el que sea hostil a ella. “Yo soy el SEÑOR. Este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.”42

Idolatría

Las Escrituras son absolutamente claras al declarar que no hemos de hacernos imágenes ni de mostrarle veneración a las tales, “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás43. Entonces la Escritura explica cómo esto ha de entenderse: “Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra, las diez palabras; y las escribió en dos tablas de piedra… Guardad, pues, mucho vuestras almas; porque ninguna figura visteis el día que el SEÑOR habló con vosotros… para que no os corrompáis, y hagáis para vosotros escultura, imagen de alguna semejanza, figura de macho o de hembra44. Por tanto, no debe haber semejanza de Dios hecha por la humanidad. Lo que está prohibido en las Escrituras es hacer semejanzas del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo. Sin embargo, la Iglesia Católica, racionaliza que en verdad uno puede practicar la idolatría. El párrafo 2132 del Catecismo de 1994 establece que:

El culto cristiano de las imágenes no es contrario al primer mandamiento que proscribe los ídolos. En efecto, 'el honor dado a una imagen se remonta al modelo original’ (San Basilio Magno, Liber de Spiritu Sancto, 18, 45), 'el que venera una imagen, venera al que en ella está representado.’“

La razón dada es que uno venera a la persona representada por la imagen y no a la imagen misma. Sin embargo, esto es exactamente lo que la Biblia prohíbe y por lo cual el segundo mandamiento le prohibía a Aarón hacer el becerro de oro45. La segunda razón dada por la Roma Papal para justificar la práctica de la idolatría, es un dictamen de un concilio del siglo 8vo., el cual dice lo siguiente:

“Fundándose en el misterio del Verbo encarnado, el séptimo Concilio Ecuménico (celebrado en Nicea el año 787), justificó contra los iconoclastas el culto de las sagradas imágenes: las de Cristo, pero también las de la Madre de Dios, de los ángeles y de todos los santos. El Hijo de Dios, al encarnarse, inauguró una nueva “economía” de las imágenes.”46

Cuando el Séptimo Concilio Ecuménico de Nicea decidió que la encarnación de Jesucristo introdujo una nueva “economía” para la imágenes, la lógica secreta de su decisión les requirió mantener que Dios había cambiado de manera de pensar respecto al Segundo Mandamiento. Este razonamiento es blasfemo. Dios no cambia su mente. Jesucristo y los apóstoles fueron igualmente enfáticos al condenar la idolatría, como lo hicieron los mandamientos en el Antiguo Testamento. Con todo, la Iglesia Católica reclama que hay una “tradición que viene del Espíritu Santo” que justifica la fabricación de imágenes y que tales han de ser desplegadas públicamente. En su Catecismo, en el párrafo 1161, la iglesia dice:

Siguiendo […] la enseñanza divinamente inspirada de nuestros santos Padres y la Tradición de la Iglesia católica (pues reconocemos ser del Espíritu Santo que habita en ella), definimos con toda exactitud y cuidado que la imagen de la preciosa y vivificante cruz, así como también las venerables y santas imágenes, tanto las pintadas como las de mosaico u otra materia conveniente, se expongan en las santas iglesias de Dios, en los vasos sagrados y ornamentos, en las paredes y en cuadros, en las casas y en los caminos”.

Esto es plena y simplemente idolatría — y es condenada por Dios el Señor.

El Espíritu Santo es francamente blasfemado cuando se alega de que Él fue quien estableció la tradición para el uso de imágenes. En contraste, la Biblia deja abundantemente claro que Dios odia la idolatría y que prohíbe la representación de lo que es divino en arte o escultura (Éxodo 20:4-6). Hacer imágenes para representar a Dios corrompe a los que las usan (Deuteronomio 4:13, 15-16). Las imágenes enseñan mentiras respecto a Dios ( Habacuc 2:18-20). Dios no puede ser representado en arte y a todo el que practica la idolatría se le ordena arrepentirse (Hechos 17:29-30). El Espíritu Santo ordena en el Nuevo, tal como lo hizo en el Antiguo Testamento, “Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.” (1 Juan 5:21) Algunos de los frutos malignos de traer a la adoración del Santo Dios la idolatría que Él odia son las muchas supersticiones y tradiciones del catolicismo romano. Pero el peor fruto de la idolatría es que el catolicismo romano ofrece bajo un disfraz de cristianismo su falso evangelio.

El tópico de la idolatría es de suprema importancia dado que muchas iglesias que creen en la Biblia hoy día intentan justificar fotografías y videos de Cristo. Argumentan que tanto nosotros, como los que no pueden leer, pueden alcanzar un entendimiento más pleno de la Persona de Cristo mediante estas imágenes. Sin embargo, la Biblia claramente establece que tales imágenes mienten. Cristo Jesús es el único que tiene dos naturalezas distintas – tanto divina como humana – en un mismo cuerpo. Por lo tanto, intentar hacer cualquier clase de imagen de Cristo Jesús, ya sea semejanza tallada, representación en arte, o movible, es recibir la acusación del segundo mandamiento. Ninguna imagen puede representar la divinidad de Cristo, porque Él es “el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia47 y “en él habita toda plenitud de la divinidad corporalmente48.

Si hemos de ser bíblicos, no debemos tener ninguna representación pictórica o de video que presuma representar a las personas del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo. El castigo para la idolatría es severo, según queda claro tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos.55 Debemos arrepentirnos de la tentación de visualizar a Cristo, al Padre o al Espíritu Santo porque Dios es Santo y la verdad de la Biblia es suficiente para todo nuestro conocimiento de las cosas divinas.

Conclusión

Tal como lo hemos demostrado anteriormente, la Iglesia Católica Romana ciertamente no es cristiana. Antes bien, es una iglesia apóstata. La Palabra de Dios escrita en la Biblia es la gran autoridad contraria a la apostasía de la Iglesia Católica y en contra de su falso evangelio. La Biblia declara que por naturaleza, todos hemos nacido “muertos en delitos y pecados56, y en la práctica somos rebeldes en contra del Todo Santísimo Dios. Por lo tanto, caemos justamente bajo la maldición de la Ley. Sin embargo, el amor del Padre celestial, mediante el Evangelio de la Gracia, rescata a los suyos de su ira consumidora. Mediante la convicción del pecado, colocada en el corazón humano por el Espíritu Santo, Él mismo por su gracia sola nos torna hacia sí mismo en la fe sola para la salvación que solo Él da. Esta salvación esta fundada sobre la muerte y resurrección de Cristo por los suyos. Y como resultado, creemos en el Señor Jesucristo solamente, “Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”49 Tal gracia y amor cautivan a nuestro corazón en una gratitud que cada vez se vuelve más profunda y por lo que proclamamos “Porque de él, y por él, y en él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”50

Concedemos permiso del autor para copiar este artículo siempre y cuado se copiado en su totalidad y sin cambio alguno. También se concede permiso para ponerlo en su totalidad en páginas del Web.

[Traducción cortesía de www.basartob.com].


1 Las anatemas o maldiciones dictadas contra los evangélicos como herejes permanecen hasta hoy en la ley Católica

Romana del Concilio de Trento (1545-1563) y jamás han sido revocados. El papado, desde la defunción del Sagrado Imperio Romano, no ha tenido poder militar o civil mediante el cual imponer estos anatemas como lo hizo durante los más de 600 años de la Inquisición. De esta manera, el papado se ha vuelto hacia el ecumenismo, al „diálogo” y a promover la „justicia social” como métodos actualizados para atraer a los cristianos evangélicos.

2 ”Documentos del Concilio Vaticano II, „Reflexiones y Sugerencias Concernientes al Diálogo Ecuménico”, Vol. I, Sec. II Este documento del Vaticano crucial establece que: „… el diálogo ecuménico no se limita a un nivel académico o conceptual, sino que lucha por ua comunión mas completa entre las comunidades cristianas…sirve para transformar modos de pensar y el comportamiento y la vida diaria de esas comunidades. En esta formar, aspira a preparar el camino de su unidad de fe en el seno de una Iglesia única y visible: asi que „poco a poco”, a medida que se superan los obstáculos para perfeccionar la comunión eclesiástica, todos los cristianos se congregarán en una celebración común de la Eucaristía hasta la unidad de la única y una Iglesia que Cristo otorgó a su Iglesia desde el principio. Esta unidad, creemos nosotros, mora en la Iglesia Católica como algo que nunca puede perder…”

3 3 Por ejemplo, sostiene la existencia de un Dios auto-existente y eterno, Creador del universo, del hombre y de todas las cosas. Enseña la doctrina bíblica de la Trinidad. Enseña que el pecado de Adán resultó en compartirse la culpabilidad y consecuencias de su pecado. Acepta la doctrina de la redención del hombre mediante Jesucristo, enseñando que El se encarnó y sufrió la muerte de la cruz; que El resucitó de entre los muertos, ascendió al cielo y que volverá otra vez.

4 Catecismo de la Iglesia Católica, Liguori Publications, 1994 Párrafo 2677 Referido de aquí en adelante como Catecismo. 5 Documentos del Concilio Vaticano II, “Eucharisticum Mysterium,” Vol. I, Parra. 3 (Enfasis no está en el original) 6 Efesios 2:8, 9

5 Catecismo, Párrafo 1129

6 Juan 10:35

7 Juan 17:17

8 Proverbios 30:6

9 II Timoteo 3:16-17

10 Marcos 7:13

11 Catecismo, Párrafos 80, 81

12 II Peter 1:20, 21

13 Juan 16:13 “Pero cuando viniere aquel Espíritu de Verdad, él os guiará a toda la verdad…” 16 Juan 16:15

14 Catecismo, Párrafo 82

15 Catecismo, Párrafo 891 19 Por ejemplo, el Papa Honorio fue condenado como hereje por el Sexto Concilio Ecuménico (680-681 A.D.). También fue condenado como hereje por el Papa Leo II, así como todos los demás papas hasta el siglo once. No fue hasta el 1870 en el Concilio Vaticano I que la Iglesia Católica por primera vez declaró que el papa es infalible.

16 Efesios 2:1, “… estando muertos en vuestros delitos y pecados.”

17 Efesios 2:9

18 Catecismo, Párrafo 2021

19 Romanos 11:6 24 Catecismo, Párrafo 1129

20 Documentos del Concilio Vaticano II, No. 64, “Gaudium et Spes,” 1965, Vol. I, Sección 14 26 Efesios 1:6

21 Hechos 16:31

22 II Pedro 1:1

23 Romanos 10:17

24 Catecismo, Párrafo 168

25 Catecismo, Párrafo 169

26 Catecismo, Párrafo 181

27 Los Cánones y Decretos del Concilio de Trento, 7ma Sesión, Marzo, 1547 (Rockford, IL: Tan Publishers, Inc., 1978) Esta maldición en contra de los que creen que Cristo solo es el objeto de su fe salvadora nunca se ha rescindido. Por muchos siglos, las horrendas torturas de la Inquisición Papal fueron usadas a través de Europa e Inglaterra pare erradicar a todos los creyentes cuya fe fuera en Cristo solo. Para fines del siglo dieciocho, el papado no tenía el poder militar ni civil para imponer su doctrina siniestra. Pero para mediados del siglo veinte, las nuevas herramientas del papado habían sido forjadas en contra de aquellos cuya fe era la fe en Cristo solo: El ecumenismo, el diálogo y la „justicia social” fueron develados formalmente en el Concilio Vaticano II. El método cambió pero su propósito no.

28 Romanos 6:10.

29 I Pedro 3:18.

30 Hebreos 9:28.

31 Juan 19:30.

32 Catecismo, Párrafo 1367 (el énfasis no está en el original).

33 Catecismo, Párrafo 1368.

34 Hebrews 1:3.

35 Romanos 3:28.

36 Tito 3:5.

37 I Samuel 2:2

38 Apocalipsis 15:4

39 Isaías 6:3

40 Catecismo, Párrafo 2677

41 Catecismo, Párrafo 2030

42 Isaías 42:8

43 Exodo 20:4-5

44 Deuteronomio 4:13, 15-16

45 Exodo 32:4-9

46 Catecismo, Párrafo 2131

47 Hebreos 1:3

48 Colosenses 2:9 55 Exodo 20:4-6, Deuteronomio 4:13, 15-16, Habakuk. 2:18-20, Hechos 17:29-30. Así el Espíritu Santo ordena tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos:Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.” I Juan 5:21 56 Efesios 2:1

49 Efesios 2:8, 9

50 Romanos 11:36

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